lunes, 28 de enero de 2008

UN DIBUJO DE HENRY MAURICIO HURTADO


ROSENDO SANTANDER "EL CACHIRÍ" (POR JAIME RODRÍGUEZ REY). LEÍDO POR BRUNO MAZZOLDI






“Casi en frente de la Gobernación, sobre la pared de fondo del café Cancún, a la derecha saliendo del retrete, se exhibe ma non troppo un óleo firmado Jaime Rodríguez Rey. La dueña, que en lugar de vender tintos, aromáticas y quimbolitos prefiere pasar el día cosiendo y descosiendo uno de los dos perpetuos cerdos asirios acostados a la entrada principal del mercado de Bomboná, doña Blanca, me prohibió fotografiar el lienzo y amenazó con llamar a la policía cuando se me ocurrió pedirle el permiso, porque el hombrecito amanecido en la calle de la pintura, a la vista del cliente que acaba de aliviarse el vientre, no es cualquier beodo, sino el legendario campeón de todas las borracheras, el Cachirí. Y ‘usted no sabe’. ¿En dónde yace? ¿Sobre, alrededor, debajo o a través del andén blanqueado por el talco del seis de enero? Lamida por el oleaje de la ruana blanca de líneas negras y amarillas entrecruzadas en cuadrícula (pintadas con esmero digno de las uñas de un libro de contabilidad, en mareado pero meticuloso contraste con la negrura del fofo vórtice de pliegues de los pantalones), la mano del Cachirí (que está muy lejos de haberse roto la crisma, no obstante el testimonio del borsalino corrido y abollado y a pesar de la sentencia sellada por la cáscara de sandía al pie del zapato) no se limita a no soltar la botella de aguardiente. No se limita.”

MAZZOLDI, Bruno. "Del Cachirí, de Pukllay y de cómo López Álvarez disfrazó a Momo". En: http://www.eldespertador.info/despierta/textdesper/karaokederrida.htm
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

lunes, 14 de enero de 2008

CASA DE LUIS FELIPE DE LA ROSA. CARRERA 24 CON CALLE 16. SAN JUAN DE PASTO






































En esta casa vivió y murió el poeta Luis Felipe de la Rosa (Pasto, 19 de septiembre de 1887 - Pasto, 17 de enero de 1944).
ZARZA ROJA


Caravana del dolor!, taciturnas golondrinas
que arribáis a los peñones de las márgenes marinas
con el ala desgarrada por el ábrego polar!:
Si pasasteis por la Villa que trazó Lorenzo Aldana
bajo el cielo más precioso de la tierra americana,
¿que vocablo percibisteis en el muro de mi hogar?

Una noche, ya borrosa, de callado novilunio,
por recóndito anatema que pesara en mi infortunio,
me perdí en las soledades de la cruda proscripción...
Desde entonces, aves trémulas, en el alma, desde entonces
vengo oyendo los plañidos incesantes de unos bronces,
duros... sordos... lentos... largos...! son plegarias de panteón!

Yo también, como vosotras, fatigado aventurero
que pasea por el mundo la clorosis de Ahservero,
he temblado... y he sufrido lo que lengua no os dirá.
¡En las bárbaras arenas de la ruta de mi vida
no hay abrojo que no sepa de mi planta adolorida!...
Compañeras emigrantes, nuestra suerte ¿dónde está?

Si pasasteis en mi villa, unas tardes de verano,
si dormisteis en la torre de su templo franciscano,
si en mi calle suspirasteis al gemir de un rondador;
si sentisteis la dulzura del jilguero en la alcaparra,
si una cántiga escuchasteis, al compás de una guitarra,
¿qué trajeron vuestras alas para el mustio rimador?

Y ¿qué visteis en el patio de mi vieja casa umbrosa?
¿Reverdece todavía, con la grata zarzarrosa,
el naranjo, que mi madre cultivaba con afán?
¿Canta aún en sus ramajes olorosos el “curillo”
que en la calma de otro tiempo me enseñaba el caramillo?...
¡Frondas, tintes, aves, frutos, que mis ojos no verán!

¡Oh mis años de bohemia...! ¡Turbia época insensata!
¡Adorada, que embrujaste mis crisálidas de plata!
¡Cantinero, que me diste agrio zumo en tu alcohol! ...
¡Caro Valle del Galeras, extendido en mi amargura,
dulce tierra, que miraste mi noctámbula figura,
desdeñada y abatida, bajo el rayo de un farol ! ...

Quien pudiera en este día de abrasado sentimiento
recorrer los horizontes como el águila y el viento!
Quién pudiera en un instante a la patria regresar!
Golondrinas, la distancia, la penumbra de la ausencia,
los azares, la injusticia, la ruindad de la existencia,
si a sufrir me han amoldado, no me inducen a olvidar!

Frescos yacen en las cajas de la bóveda que escondo
aquí dentro... muy obscuro, muy horrible, muy al fondo,
los despojos que me quedan de una huella de pavor...
Yo los beso con ternura; los abrigo con mis rosas
y mis lilas; enguirnaldo con mi musgo sus baldosas
y sus sombras ilumino con mi lámpara de amor.

Cuando el tedio de las horas en mi cuarto me encarcela;
cuando el rostro de mi madre en la sien se me revela;
cuando aúlla en mi silencio la espantosa adversidad;
cuando tiendo la mirada hacia el límite lejano
y me quedo enmudecido en la playa del océano,
con el tul de los recuerdos amortajo mi orfandad...

¡Caravana del dolor! Taciturnas golondrina
que partís de los peñones a las márgenes marinas
con el ala desplegada al combate del ciclón;
si pasarais por el ciclo de la tierra colombiana,
visitad mi viejo muro... y esparcid en su ventana
estos versos, estos versos, que yo hallé en mi corazón.








LIBROSELVA

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