martes, 31 de julio de 2007

DE TOM WAITS A JULIO CÉSAR GOYES NARVÁEZ



ADRIANA CAMACHO
ady2000x@hotmail.com
UNIVERSIDAD DE LA SALLE



Aah, you know I love you baby
So why don’t you call me
You know my number
3927704
Call anytime
Aah

Waits, Tom. "The Black Reader". Traducción de Alberto Manzano. Madrid, Celeste Ediciones, 1994.

Alguna vez se cruzan en nuestros caminos seres que jamás hubiésemos imaginado o, quizá muy en el fondo de nosotros mismos, ya los habíamos idealizado… esos seres que nos incitan a sentir la necesidad de ser llamados. Un simple número podría encender la llama… pero, también podría extinguir ese profundo sentimiento a cuentagotas, abriendo una brecha que quizá esa otra persona que está al otro lado, jamás sospechará el terrible sentimiento que está causando por su ausencia.

Esperanza desgarradora, ansia sin límites, sueños, imágenes que se van al horizonte, y que, a veces, llegan a estrellarse por algún obstáculo de la vida. ¿Y dónde se esconde la telepatía? ¿Existe? Quizá, y muy seguramente, si estas dos almas se encontraron a través de sus ojos en un furtivo y profundo cruce de miradas, ese que enlaza pasiones, que siembra la tan anhelada llama del amor. Pero se necesita estar en mutua sintonía, la misma que haría repicar ese teléfono una y mil veces.

¡Para qué ese número! ¡Para qué ese teléfono! Mejor sería no tenerlos. Pero de ser así, la comunicación se ahogaría, el dolor aumentaría y la agonía invadiría minuto a minuto esa paz tan escasa tan lejana por esperar esa tan deseada llamada. ¿Qué razón habría en el cruce de esos caminos, si la huella plasmada no es para bien? ¿Por qué un número causa tanto desasosiego?

Astros solitarios

Esperaste el sol y la luna aguzado en las estaciones maravillosas del mundo, y sale el sol y sale la luna derramando imágenes orientales sobre parques y horizontes, sobre calles y desayunos tisana. Las ventanas de un hotel medieval se incendiaron de melancolía. Fumaste poseído por silencios, escribiste por callejuelas, por bares repletos de piratas y mujerzuelas invisibles; esquina a esquina fuiste tragando el humo de sus ruinas. De súbito, aterido sobre el piso de una calle de Barcelona, cruzaron soles como lunas indefensos. Escucha mía, la oscuridad embaidora en los metros subterráneos guardaba otros astros solitarios en su pabilo.

Goyes Narváez, Julio César. "El Eco y la Mirada". Bogotá, Trilce editores, 2001.

Profundidad, una vez se cae al abismo o se entra en un túnel sin fondo, se transita por millares de experiencias, voces, ruidos, imágenes, ilusiones. El ser humano es tan misterioso, que encierra en sí todo un laberinto de metáforas.

Imaginación: transportarse hacia dimensiones desconocidas a través de este maravilloso don que la vida nos ha brindado, es como viajar sin haber salido de nuestro aposento, de nuestra guarida. Mezcla de lo decible y lo indescifrable en la que se conjugan espacio, tiempo, lugar, sentimiento, estado emocional. Destellos de pasión, entrega, seducción, algarabía por aquello que nuestra alma grita a los cuatro vientos. Juego de minutos, horas, años, siglos, durante los cuales fuimos creados como seres animados llenos de la magia de la naturaleza.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

SE HABLA ESPAÑOL


LILIANA ASTROZA JAIME

dracolaj@hotmail.com
UNIVERSIDAD DE LA SALLE




LAS PALMERAS DETRÁS

No es raro encontrarse con una situación de estas, estoy segura de que son muchas las personas que salen de su país con esperanzas en un bolsillo y en el otro simplemente un puñado de nada. Es peligroso desde cualquier punto de vista y eso lo sabemos, pero no soy la persona adecuada para dar testimonio del flagelo de la migración, lo cual no quiere decir que no me importe. Esta historia contiene elementos de desesperación, cada detalle en la descripción de sus sufrimientos sólo me hace pensar que definitivamente se debe uno enfrentar a una situación de angustia demasiado grande como para salir y aventurar, para arriesgarse a perder la vida en el intento de querer conseguir una mejor. Muy seguramente hay por ahí regados restos o cuerpos de personas que se perdieron un día sin decir una sola palabra y lo que me parece más angustiante, dejando una inmensa zozobra en sus seres queridos, debo confesar que como a muchos, es algo que me pega muy fuerte porque se está hablando de anhelos, de esperanzas, de deseos, y de repente todo queda en nada...

Ahora bien, lo que puedo observar al final de este cuento es como un conjunto de alucinaciones que no me quedaron muy claras (razón por la cual retome el texto y lo leí con mayor calma), me encontré con palabras de resignación, con descripciones de lo que se supone es la muerte y las asumí de una manera extraña, es como si de repente también me hubiese sentido mareada por el relato.


RONALDO MENÉNDEZ nació en La Habana (Cuba) en 1970.Sus narraciones han aparecido en numerosas antologías de Cuba (‘‘Los últimos serán los primeros’’, Anuario UNEAC 1994, ‘‘Fábula de ángeles’’ y ‘‘El ánfora del diablo, entre otras’’) México, Venezuela, España, Argentina, Colombia y Francia. Colabora como crítico literario y de arte con las principales revistas especializadas cubanas. Actualmente reside en Lima (Perú), en donde colabora con el diario El Comercio como columnista, y ejerce de profesor de Periodismo en la Universidad de Ciencias Aplicadas.


NOSOTROS HUBIERAMOS QUERIDO QUE ELLA FUERA ETERNA

Creo que este texto se liga al deseo de muchas personas frente a alguien especial, en este caso una actriz, que aunque ya fallecida sigue despertando la curiosidad del protagonista de esta obra; nada raro por cierto, teniendo en cuenta que aún hoy en día Elvis Presley es motivo de consulta, de intriga, y por supuesto de culto. Lo que más me llamo la atención de este relato fue definitivamente el final, bastante original y la verdad jamás me imaginé algo así, en verdad creo que es un poco loco, en fin... Pero también debo hablar del pasar de los años tanto de las personas allí mencionadas, como de la protagonista de la historia, todo en la vida pasa y ni siquiera aquellos seres que consideramos casi “divinos” están exentos del final que a todos nos depara. En cada paso que elabora el autor se respira un aire de melancolía, pero “la necesidad de un cambio de corazón” es algo que todavía me pregunto...


IVAN THAYS: Nació en Lima, el 21 de Octubre de 1968. Estudió literatura y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú, de donde se graduó en 1992. Ha publicado el libro de cuentos "Las fotografías de Frances Farmer" en 1992 (reeditado en 1999 en Lima, y en 2001 en España). También las novelas "Escena de caza" en 1995 (reeditada el 2001 en Lima), "El viaje interior" de 1999 y "La disciplina de la vanidad" en el 2000. Cuentos suyos han aparecido en antologías en España ("Líneas aéreas"), México ("Las horas y las hordas"), Estados Unidos ("Se habla español") y Perú ("Antología del cuento peruano 1979-2001"). Asimismo, ha sido invitado como escritor a encuentros literarios en España, México, Venezuela, Colombia, Cuba y Bolivia. En el año 2001 ganó el Premio Príncipe Claus de Holanda y quedó finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela por la novela "La disciplina de la vanidad". Actualmente se desempeña como conductor de un programa de literatura por televisión nacional, llamado "Vano Oficio", que pronto cumplirá tres años en el aire.
Fotografía de prensa.

sábado, 28 de julio de 2007

¿QUIÉN ES LUIS ALFORD? Notas sobre la novela "Alford" de Luis Fernando Charry



Germán Adolfo Rodríguez Gutiérrez
Universidad Distrital Francisco José de Caldas


● Al terminar de leer la obra, una de las primeras frases que aparecen no debería ser: “se ha perdido todo con la gloria de los años” (p.9), sino "se ha perdido todo con los años, incluso Gloria".
● Alford siente, quizás, el mismo fastidio que sentía uno de joven cuando le tocaban esas reuniones de familia en las que lo que más se deseaba era irse. El fastidio a la navidad es "anormal", digamos, (pues, regularmente, siempre es muy esperada por la gente normal, sobre todo por los niños) siempre y cuando haya regalos.
● Es un joven retraído, sólo pensaba en Gloria.
● La novela está estructurada a manera de entrevista, como si Charry hubiese entrevistado no sólo a Luis Alford, sino a las personas que han estado alrededor de la vida del personaje.
● Otro detalle sobre los personajes, es que tienen unos nombres perfectamente escogidos, de manera que sólo con este uno se puede hacer a una imagen de lo que son algunos de ellos; por ejemplo, la profesora Morgana Z. “Morgana” es un nombre que de entrada da terror, como la escuela que describe Charry a través de las vivencias de Alford. Lo mismo Gloria Desconsuelo. El sólo nombre de "Gloria" reflejaría bienaventuranza y/o magnificencia, cosa que a su vez es dilapidada por el apellido que es muy diciente: Desconsuelo.
● En este juego de palabras de la familia Desconsuelo, cabe destacar también al hermano de Gloria, que se llama Bombo. Resulta gracioso el juego de palabras con la familia Desconsuelo. Denota el humor fino pero salvaje y oscuro que maneja el autor.
● La apatía de Alford se puede resumir en estas palabras “No tengo amigos ni enemigos. Aquí todos piensan en la amistad pero no se respetan. Yo me respeto y por eso no tengo amigos”. Clara postura de vida.
● Alford es tan diferente como aquel perro de tres patas. En la novela es muy notoria la presencia de los perros. ¿Son el mejor amigo del hombre? o simplemente son como él. Desde la cultura china, los perros representan fidelidad y perspicacia, además de ser, según esta cultura, cariñosos y amantes de la diversión. Alford más bien se parece un poco a los perros en tanto que juntos (el perro y Alford) suelen de ser rígidos en su pensamiento y comportamiento; tienen también un ánimo variable y no confían muy fácilmente en los demás. Cosa que caracteriza mucho a Alford.

En cuanto al tema de los perros en la novela de Luis Fernando Charry, me permito hacer, desde un ejercicio intertextual, el siguiente aporte. En la novela Todo en otra parte de Carolina Sanín Paz, se menciona un personaje (por el que ronda casi toda la novela) que está haciendo un perro, fabricando un perro. De esta persona no se dice mucho, pero al parecer es una persona retraída y muy solitaria. ¿Por eso estará haciendo un perro? No sé, pero alcanzaría a creer entonces que este personaje tiene serias conexiones con Luis Alford, al menos en su manera de ser, de tal forma que las dos novelas se podrían leer simultáneamente y además se presenta la posibilidad de hacer este tipo de ejercicios intertextuales. ¿Será Luis Alford quien está haciendo un perro en la novela de Sanín?
● Al estar aburrido en la sena de navidad, no pretende desdeñar la costumbre religiosa, pero si advierte, durante todo el libro, que es un pensador, nada más eso, un pensador de la vida y de las cosas que quizá nosotros algún día pensamos, pero a lo que no le paramos bolas. Se identifica, entonces, en esa actitud una clara alusión a la crisis del hombre actual.
● Las palabras de cariño de Gloria retumbaban en su cabeza incrementando el dolor y desarmándolo para querer terminarle. Querer hacerlo y no poder es como condenarse a sí mismo en Alcatraz.
● El odio o resentimiento hacia el claustro educativo es normal, creo, en jóvenes de esta edad (más o menos 16 o 19 años) en el colegio. Alford lo justifica en la página 31.
● El no ser querido realmente, sino sólo por una mujer (Gloria) puede ser también la causa de su apatía (desamor).
● Es una novela de un joven que se presenta como muy realista aunque soñador. Nunca es romanticón o ridículo, ni siquiera con Model Rosa.
● Alford sentía un respetuoso desprecio por la televisión y lo que ello genera, pero, dentro de su cotidianidad tiene que reevaluar ese odio, ya que le da armas al inexperto amoroso sobre el trato con este sentimiento. (p. 33) Algo que, creo, nos pasa a muchos jóvenes.
● Me parece que Luis Alford tiene un leve parecido con Gregorio Samsa y con el joven Werther. Si bien pertenecen a épocas diferentes, sus preocupaciones son cercanas. Estos personajes tienen en común esa continua sensación de disgusto frente a la sociedad. Los autores anteriores (Goethe y Kafka) utilizan un lenguaje mucho más poético, diríamos, mientras que Charry utiliza un lenguaje más –mucho más- ligero y fácil de digerir, propio, creo, de la sociedad actual, más cosmopolita y por ende más rápida.
● La lluvia o mejor, el invierno son elementos característicos entre las novelas de Kafka y Charry. Respecto a este punto, creo, a partir de una acepción muy propia, que esta estación es propicia para escribir, para crear, que está llena de magia y al mismo tiempo de tristeza porque cuando se nubla el cielo es como si se nublaran los corazones, y la tierra parece que fuera sólo un espacio gélido, propicio para estar solo, cosa que siempre hace Alford.
● G. Samsa al convertirse en insecto, no puede dormir, cosa que le pasa a Alford, que no puede dormir o lo hace muy poco, a causa, tal vez, de sus tribulaciones.
● También podría pensarse que es un joven a punto de salir, en términos Kantianos, de la minoría de edad en la que posiblemente se encuentra. Es un tipo que busca en el pensar: ser por sí mismo (sin la ayuda de nadie, o al menos sin pedirla). Una manera de demostrarlo es haciendo un tipo de música que aunque tiene algunas archireconocidas bases busca ser una creación "original".
NOTA
CHARRY, Luis Fernando. "Alford". Bogotá, Planeta, 2002.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

viernes, 27 de julio de 2007

ALFORD: LA CANCIÓN DE LA SOLEDAD


Sergio Arturo Rubiano Romero
Universidad Distrital Francisco José de Caldas


En referencia de la obra de Luis Fernando Charry, Alford, se ha de destacar el silencio y la soledad como la compañía perfecta para un personaje como Luis Alford, quien probablemente ha vivido y experimentado más experiencias que cualquier otro aventurero o narrador incansable; las vivencias propias de un niño, un joven que poco a poco se va transformando en hombre (con una velocidad sorprendente) y que para cualquiera, tal vez, no tenga nada de sorprendente, pero que moldean y definen una vida poco normal. Sin embargo, esta vida poco normal se pueda entrelazar con la vida de Luis Fernando Charry (o Luis Fernando Alford), pues muy probablemente los dos “Luises” sean de la misma generación, compartan los mismos gustos y tengan una concepción de la vida muy similar; y, tal vez, la mejor muestra de ello se refleje en una delicada estimación por la música, que toca desde los compositores más clásicos y admirables, hasta los más queridos y cuestionados ídolos del rock contemporáneo; de esta manera, se podría establecer un rasgo que comienza a definir a algunos escritores que comienzan a surgir como producto del moldeamiento de los medios de comunicación, en este caso, la televisión, la radio y la prensa, que directa o indirectamente van hormando cada vez más fuertemente en las nuevas generaciones (me atrevería a decir que desde los años 60 en adelante).

De cierta forma, he interpretado dos palabras que tal vez no tengan nada que ver directamente con la obra Alford, o con su personaje Luis Alford, pero que se asemejan en su escritura y pronunciación y que de alguna manera encajan con la esencia del personaje y del escritor. La primera palabra es alforre, (alforre: (Del ár. hisp y este del ár. clás, el ave noble). m. ant. Especie de halcón.). La anterior es la definición que aparece en el diccionario, llama la atención en lo referente a que es una especie de halcón; Luis Alford es una especie de halcón que vuela solitario, se deja llevar por el viento, (que es una de sus fuentes de inspiración), que de vez en cuando vuela en compañía de otras aves y que cada cacería suya es un trofeo más para su vida y su formación como ser solitario e individual. Tal vez el significado de Alford tenga que ver con la palabra alforre, en cierta forma por lo anteriormente dicho, porque mi interpretación pudo vislumbrar a un Luis Alforre, que obtuvo presas que posiblemente ningún águila lograría atrapar.

Otra palabra a la cual hallé alguna relación con Alford fue alforjero, (alforjero, ra: adj. Perteneciente o relativo a las alforjas. 2. m. y f. Persona que hace o vende alforjas. 3. Persona destinada a llevar en la alforja la comida para otras. 4. m. Lego o donado de algunos institutos religiosos mendicantes que pide limosna de pan y otras cosas, y la recoge en las alforjas que lleva. □ V. perro ~.). Alforjero es un perro de caza enseñado a quedarse en el rancho guardando las alforjas. Hago principal énfasis en la última definición de alforjero, refiriéndose a un perro destinado a una labor específica, a Luis Alford le encantan los perros, él siempre ha sido un perro condenado a habitar un cuerpo humano, es el mismo perro protagonista y elemento mínimamente nombrable en cualquier cantidad de novelas y cuentos, necesariamente hace parte de la literatura, principalmente de la contemporánea. Entonces, se podría considerar la existencia de otro Luis… un Luis Alforjero que le gusta quedarse en su casa, en su “rancho” de Dos Musicales para ser, para crear y componer, alejado de las compañías, muchas veces, tediosas y de esta forma… crearse y componerse.

Y a todo lo anterior se suma la soledad como una compañía perfecta para crear, no sólo para los dos “Luises”, sino también para algunos músicos, lectores y escritores que componen canciones bajo otros nombres (pensamientos, escritos, textos, composiciones, ideas, pinturas, esculturas, escenas, películas, videos, etc.), música que algunos pocos logran escuchar y apreciar realmente en compañía de la soledad tal como Luis Alford logró dar origen no sólo a algunas canciones sino también a su propia vida ensimismada, pero perturbadoramente inquietante.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

LIBROSELVA

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