miércoles, 12 de diciembre de 2007

UNA HERIDA COMO EL URUBAMBA. Sábado, 28 de Abril de 2007 12:38:48 p.m.



Hola poeta, así es el mar y sus olas; la poesía queda los poetas se van. Me desperté con amargura de su muerte, al leerte, no lo sabía. La radio Nacional de España no dice todavía nada. Estaba siendo conocido con fuerza por estos lares. El otro día vi una antología de su obra en una librería y lo recordé. Conocí la poesía de Watanabe cuando guiaba el taller de lírica en la Universidad Javeriana, hace ya nueve años y, recuerdo que, dejé en silencio intenso a los burguesitos proyecto de escritores (que no han dejado de serlo) aunque publiquen dos libros al año y se comenten entre ellos. Claro, como suele ocurrir siempre hay alguien que escucha más allá del espectáculo y se contiene en el sagrado silencio; de ese época quedan buenos amigos que si supiera su correo electrónico les escribiría para recordar nuestra lectura de "Álbum de familia" y "El hueso de la palabra", declarado el "el mejor poeta joven del Perú". Increíble hombre, inquieto, curioso y buscador de expresiones: guionista de cine y televisión (fue el guionista de "La ciudad y los perros", basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa y dirigida por Francisco Lombardi y de una película que nunca he visto: ”Maruja en el infierno”. Dirigió programas infantiles para la televisión y hasta fue director de arte de varias producciones audiovisuales. Claro, había estudiado Bellas Artes en Trujillo y Arquitectura en Lima. Ganó el Lezama Lima, en fin, qué importan los premios ante su tono y fulminante subjetividad. De dos orillas, de varias culturas, de infinitas resonancias y de contenidos silencios. Tan campesino como urbano, tan Hölderlin como Vallejiano. Heredero de la Tanka y el poema breve en su ejecución. Sencillo y hondo como su mirada nipona que corta en dos lo real. Así el Urubamba abre una herida como el Guaitara a mi morada. Jorge estará también pensativo como nosotros, su último libro es heredero de este poeta cósmico; sus animales y la metáfora de la existencia, del amor y de la soledad me lo recordaran siempre. También tomaré una copa de vino en algún bar de Madrid ahora sin ti, hermano poeta, esta pena sería más llevadera contigo. Un abrazo, poeta hermano, un abrazo... leeremos a Watanabe hasta que nosotros emigremos también a la montaña...
Julio César Goyes

miércoles, 21 de noviembre de 2007

DANNY THE DOG. Aquí la música es un acto de amor que sana la memoria

Kerry Condon


Direción: Luis Leterrier
Guión: Luc Besson
Reparto: Jet Li, Morgan Freeman, Bob Hoskins, Kerry Condon, Michael Jenn, Andy Beckwith, Christian Gazio, Carole Ann Wilson, Scott Adkins, Vincent Regan, Silvio Simac
Productores: Luc Besson, Steve Chasman, Jet Li
Productora: Europa Corp. Danny the Dog Productions, TF1, Qian Yian International, Current Entertainment, Clubdeal
Distribución: New World Films

domingo, 18 de noviembre de 2007

A Satie




Suspendida
Escucho tus silencios
Que me hunden de nuevo
Es la hidra que aparece
Esta vez danzando



Carolina A.

martes, 25 de septiembre de 2007

NOTAS MÍNIMAS SOBRE TRES CUENTOS DE "CALIBRE 39"


Por: Claudia Marcela Rojas Vera.
Facultad de Lenguas Modernas
Universidad INCCA de Colombia

ELLOS DOS
Carolina Sanin

A veces parece que tenemos todo bajo control pero no siempre es asi. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Esta fue la situación que le ocurrió a la protagonista de este cuento, quien parecía que su historia de amor perduraría por siempre, y que nada cambiaria a pesar de que pasaran los años. Su singular vida, por otra parte, al lado de un número bastante generoso de animales que, eran su compañía y su motivación para vivir, conformaban su extraño entorno. Ella, tan buena y hospitalaria, nunca imaginó que estas cualidades la llevarían a perder uno de los elementos más importantes de su existencia: “el amor”.

A diario nos movemos en nuestra cotidianidad pensando que tenemos todo perfectamente planeado y no nos damos cuenta que a nuestro alrededor existen diversas personas y circunstancias las cuales, en cuestión de segundos, pueden cambiar nuestra vida de una forma drástica. Nada es seguro en la vida y esto está más que comprobado en este contundente cuento.


UNA POÉTICA MENOR
Luis Fernando Charry

Andrade, el protagonista de este cuento, escribió con sus actos una poética menor, en que lo trágico deviene en una ética y estética de la existencia. En una época de rentabilidad, eficacia y búsqueda paranóica por alcanzar el éxito, Andrade nos recuerda que también en lo minoritario y en lo no rentable se esconde lo bello.


RETRATO DE VIOLETA
Juan Carlos Garay

Detrás de todo ser humano siempre hay una historia para contar y muchos secretos que ocultar, ¿o no es asi? Francisco era un hombre con muchas cualidades y una gran capacidad para contar historias, tal vez para ocultarse detrás de ellas. Él mantenía una relación sentimental (con Violeta), que se tornaba monótona. Llega un momento en el cual Violeta tiene que confrontarlo para saber toda la verdad.

Los secretos, a veces, se convierten en sombras que nos persiguen, pero siempre llegará el día en que alguien o algo nos interpelará para quitarnos las máscaras, y así poder vivir tranquila y transparentemente.

jueves, 30 de agosto de 2007

BISÍU





Por: ANTONIO GUZMÁN LÓPEZ.

Cuentan los ancianos que en los primeros tiempos existió un bello ser llamado Bisíu; sentía todo lo que puede sentir un ser. Él como nosotros tenía el maravilloso poder de emitir sonidos y hablar. Fue uno de los primeros que habló de la necesidad de hacer una fiesta de regalos. Por eso, a insinuación de los habitantes, quedó de conseguir unas frutas llamadas simëo, unas frutas para la fiesta de regalos. Estas frutas se dan en el árbol llamado sëmeinë o de semë, también llamada moneda de cincuenta; es una fruta que tiene mucha manteca, y es un alimento que da pie al progreso de los instintos humanos (se come asado).

Los seres humanos, por haber ingerido la fruta moneda de cincuenta y haber sentido su efecto aprendieron de Bisíu, se convirtieron en sus discípulos, fueron su descendencia viviente que habitó en una parte de la tierra. Otros seres que aprendieron de Bisíu fueron: el venado, la danta y el cerdo de monte, animales lujuriosos que guardan parecido con los seres humanos. Todos ellos aprendieron el conocimiento que trajo la fruta del árbol de semë. Los otros también se aparearon en los verdes y profundos montes.

Bisíu producía sonidos como los del venado, la danta y el cerdo de monte; es por eso que desde entonces Bisíu habla el lenguaje del fértil monte; es por eso que la trompeta del Yuruparí suena en la actualidad dando esas voces.


BISÍU

1. Mamarógere igë bisíu aríyuhpe marí dohpáta aríyuhpe
2. Irá arípera dohpa bihsí yupë igë bisíu
3. ira vai mera aripera mera nome kemeri yuhpe, oá nyamaa mera
4. gamuyera nege mahara arikoma ira.
5. dahígë igë bisíu aríperera dohpa bihsí yupë.
6. igeta pooge arige poori sea yuhpe
7. sëmegëge igë méra mahara meríanyora pare
8. irogé poorí seanyorá iri paroríre péame diúu mërinyorá
9. irí semé ira peamé diodóge yurinyahayoro, poásériro váyoro
10. dahíge ige bisíu ige paarúge obíatu nuguka yuhp
11. Dahíge masá bége dohpa váyuhpe
12. dahira mahsápe gameúnyora ige bisíure ige paarúge obíatu do pere

BISÍU

1. Desde un comienzo existió Bisíu, él era como nosotros.
2. Como todos los animales, Bisíu tenía inclinaciones sexuales.
3. Bisíu deseaba al venado y a todos los animales que se aparean.
4. El acoplamiento dulce lo hacen los animales del monte.
5. Bisíu, amistoso, lo hizo dulcemente.
6. Fue Bisíu quien recolectó los frutos de semë para insinuar a jóvenes.
7. Se treparon los amigos de Bisíu (los adolescentes) en un árbol de semë.
8. Recogían las frutas del árbol, y las arrojaban.
9. Una vaina con una pepa madura fue a caerse en el fogón, y produjo un olor insinuante.
10. El olor agradable de la fruta en sacrificio impregnó de dulzura a Bisíu.
11. Así empezó la amistad de Bisíu con los animales del monte.
12. Fue convocado el Bisíu nuevamente por la gente que pedía más explicaciones porque
el daño aparente hacia los jóvenes fue sumamente grande.

sábado, 4 de agosto de 2007

DE HEROÍSMO Y COBARDÍA. APUNTES SOBRE LA NOVELA “ALFORD” DE LUIS FERNANDO CHARRY




DANIEL SIERRA MORA
UNIVERSIDAD DISTRITAL



Demasiado poco valor es cobardía y demasiado valor es temeridad.
ARISTÓTELES.


Repetidamente escuchamos decir que más vale un cobarde vivo que un héroe muerto. Un juicio como éste podría venir sólo de una persona vilmente reduccionista y, por supuesto, estrecha, que juzgaría al ser humano entre estos dos extremos. Claro que la cobardía es una consecuencia, o una manifestación del miedo. Ahí parece que arranca el problema. El miedo es un sentimiento de amenaza, que produce una sensación de peligro ante un “algo” que creemos nos puede dañar. Ese “algo” puede ser real y/o imaginario, como en el caso de Alford. El miedo tiene grados y matices, por eso la lengua española orgullosamente posee tantos términos similares, que no sinónimos; se habla de “pánico”, “fobia”, “temor”, “terror”, “aprehensión”. Hay un miedo normal, que hasta cierto punto resulta “útil” o mejor “poco nocivo”, que nos lleva a la prudencia. Pero hay un miedo cerval, excesivo, que no suma sino resta, que paraliza, que nos bloquea. Luis Alford es un sujeto con visos de cobardía, quien desde un principio establece tres instancias con relación a ésta. La primera, es la del héroe, o sea, la figura del protagonista y ejecutor de la acción. La segunda, es la del hombre que reza, que llora y que lleva encima la carga del arrepentimiento. Y la tercera, es la del cobarde espectador que, como todos los de su clase, aplaude y se deleita con el espectáculo. Aun así Alford ni aplaude, ni llora, dejando abierta la pregunta ¿es llorar un acto de valientes? Sí y no. La diferencia entre una persona valiente y otra cobarde no es la presencia o ausencia de miedo, sino la actitud ante él. La cobardía es el miedo consentido, mientras que la valentía es miedo “dominado”. Así pues, podría ser que merezca la pena enfrentarnos a nuestros miedos porque además, como decía Montaigne, “el que teme padecer, padece ya lo que teme”. Lo malo no es sentirlo, tal y como le sucedía a Alford (se supone que eso da muestra de nuestra deplorable condición humana, mortal y vulnerable), el asunto es que el miedo se asemeja, quizá, a cualquier ser vivo en cumplimiento de la ley de la naturaleza, es decir, nace, crece, se reproduce y muere. Natural y hasta cierto punto es normal que nazca, sin embargo, de cada individuo depende que crezca y peor aún que se reproduzca. Si crece es porque es alimentado con argumentos y motivos, pero, cuando ha crecido lo suficiente y se piensa muerto, error, porque crecer y desaparecer son antónimos. Es simple, la consecuencia automática se llama evolución y es ahí cuando se pierde el control del miedo, que, una vez se ha instalado trastorna al sujeto en su interior y, por consiguiente, a todo su entorno.

Claro que en términos de miedo como “sinónimo” prudencia (comparación no tan acertada), Alford concebía su vida desde los sacrificios, las penas y el silencio y eso diría cualquier “psicólogo” de pacotilla, es un grave caso de falta de autoestima o ausencia de amor propio. Y aunque la situación del personaje en cuestión pudiera llegar a imaginarse como una crisis existencial... Alford, supongo que (no a manera de conformismo), admite que dichos suplicios son recompensados por partida doble, y eso sonaría en otro contexto a empate, ¿y no es acaso éste una derrota disfrazada?

Alford es una batalla interna entre el temor y el coraje, que sin ser experto, más bien aprendiz, ofrece una elegante lección de sensatez para todos(as) aquellos(as) que asumen el miedo desde una mediocre resignación. Así, en palabras del personaje “una noche oscura es la antesala del infierno, que tal vez no exista pero es mejor estar preparados” (p. 26). Es esa la herramienta clave, como un arma, “es mejor tenerla y no necesitarla que llegar a necesitarla y no tenerla”. Supongo que no hace falta dar mayores explicaciones.

En ese sentido, considero que todos somos “Alford”, o en su defecto tenemos algo de él, porque todos sentimos miedo y todos enfrentamos esa constante lucha, que camina tomada de la mano de la libertad, por dejarlo ser o no.

Fotografía: Olga García Ortegón.

viernes, 3 de agosto de 2007

VOTAR POR LA IMAGINACIÓN

Sergio A. Rubiano Romero
Universidad Distrital



Tal vez, la escasez de la imaginación poética dentro del marco educativo colombiano, no permite que la formación del ser humano sea integral. De esto surge la necesidad de abrir una propuesta educativa que ofrezca una toma de posición afirmativa hacia la imaginación, “Requerimos de una práctica de la imagen (imaginación) en la educación” [1], estas palabras del maestro Goyes Narváez describen lo que se podría considerar como una frase de “campaña”, pues se refiere a adoptar o asumir una postura abierta respecto a la realidad, porque la contemplación y apropiación de ésta debe ser un común denominador para que cumpla un papel de eje en el proceso educativo; se considera, entonces, la imagen como un punto de partida que genera la posibilidad de desarrollar o mejorar capacidades, actitudes y competencias, entre ellas, la lectura, la escritura y la oralidad, y, en este sentido, se considera el entorno diario como un libro abierto en donde cada página tiene algo que decir y dejar dentro de cada estudiante.

En las aulas, poca atención se les presta a los estudiantes y a sus mundos. Las instituciones escolares son como en la película “The wall”, industrias de la conformidad que buscan moldear seres que no vean más allá de sus narices; “Lo importante es reparar en la felicidad como camino, en la imaginación poética como práctica educativa” [2], la felicidad debe considerarse como un elemento terapéutico en el quehacer cotidiano de la escuela.

De allí la imperiosa necesidad de llevar a cabo una “campaña electoral” que promueva la elección de la imaginación poética... y aunque ha perdido en las elecciones anteriores (debido a misteriosas manos que se han encargado de difamar y restarle su verdadero valor), es necesario votar por ella, porque la imaginación trastoca el orden del “vigilar y el castigar” en la pedagogía. Sin embargo, en tiempo de elecciones la contienda se torna difícil, no sólo por las misteriosas manos, sino también por la poca conciencia y capacidad de comprensión que tienen los ciudadanos del saber, pues la misma acción del tirano ha degenerado el conocimiento de estos, nublándoles la visión y la posibilidad de ejercer una autonomía que debería existir desde siempre.

Pero, sin tener en cuenta las estadísticas favorables que muestran a los defensores de esta dictadura, se hace un llamado a todos y cada uno de los ciudadanos para que se froten los ojos, y, reconozcan (en esos juegos en el parque, en las travesuras de los descansos, en los paseos, en los amigos, en las mascotas y en los demás elementos que hicieron y hacen parte del entorno cotidiano en la vida de un muchacho) la posibilidad de asombrarse como un camino de liberación y conocimiento. Entonces, este pequeño texto se adhiere “al jefe de campaña” de la imaginación poética llamado Julio César Goyes Narváez, y le brinda su apoyo para intentar salir de tantos paradigmas-basura que han contaminado la educación y la escuela.


NOTAS


[1] GOYES NARVÁEZ, Julio César. “La imaginación poética. Afectos y efectos en la pedagogía, la estética y la cultura”. Revista “Ensayo y Error”. Año XII. No. 24. Caracas, 2003. p. 17.

[2] Ídem. p. 19.
Fotografía: Olga García Ortegón.

jueves, 2 de agosto de 2007

ALFORD: RETRATO EN SEPIA DE UN ESCÉPTICO


IVAN DARIO MESA BAUTISTA
UNIVERSIDAD DISTRITAL


El dibujo en sepia permite una utilización monocromática del color. De esta misma manera la vida de Alford se dibuja en un solo fondo: su subjetividad. Un individuo que se crea sus propias maneras de ser y de estar en el mundo no merece un adjetivo menor que el de pionero. Una de las grandes herencias de la modernidad consiste en el espíritu crítico, propio de una manera, en extremo subjetiva, de asimilar y generar su propio sistema de valores identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. Pero esta voluntad siempre será una rareza. Y como tal estará acompañada de unos asomos de melancolía. Todo melancólico es por excelencia un escéptico.

Cuando un individuo decide dejar de lado la aparente normalidad, se vuelve un extranjero perpetuo en la escena del género humano. Pero como ningún ser está exento del imperativo de lo gregario no queda más remedio que enfrentarse a lo social con un dejo de sátira. Así, las relaciones interpersonales se convierten en unas acciones que se suceden independientemente de la voluntad y como tales son intrascendentes.

Alrededor de Alford ocurren cosas, eventos, circunstancias pero no parecen influir de manera significativa en su ser. Él es “inmutable”, porque estos acontecimientos solo sirven para corroborar su apartamiento voluntario del curso histórico de su tiempo. Ni siquiera, el alcanzar su anhelado placer logra estimular en él un mínimo de entusiasmo. Alejado de lo normal, es un eterno anómalo. Recuerda al personaje del cuento de Peri Rossi “La estatua” o la condición de “El extranjero”. Odiosa comparación para un hombre ajeno a la vivencia literaria; si consiente la experiencia escrita es debido a que no le es ajena, lo circunda pero no lo impregna.

Pareciera que a Alford le interesa el presente pero únicamente como potencia de un futuro próximo; es decir, cuando se ha transmutado en pasado. Es el contemplador por excelencia. Por ser espectador renuncia a la acción. Como su escala de prioridades está constituida por principios de pétrea forma, el intentar modificar cualquiera de sus concepciones lleva a una irremediable incomunicación. Cada vez que se le interroga, Alford se retrae, se cierra sobre si mismo. Su contabilidad de comunicaciones exitosas siempre está en rojo. El silencio, en este personaje, está tan cargado de significación que resulta mucho más elocuente que las propias palabras.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

martes, 31 de julio de 2007

DE TOM WAITS A JULIO CÉSAR GOYES NARVÁEZ



ADRIANA CAMACHO
ady2000x@hotmail.com
UNIVERSIDAD DE LA SALLE



Aah, you know I love you baby
So why don’t you call me
You know my number
3927704
Call anytime
Aah

Waits, Tom. "The Black Reader". Traducción de Alberto Manzano. Madrid, Celeste Ediciones, 1994.

Alguna vez se cruzan en nuestros caminos seres que jamás hubiésemos imaginado o, quizá muy en el fondo de nosotros mismos, ya los habíamos idealizado… esos seres que nos incitan a sentir la necesidad de ser llamados. Un simple número podría encender la llama… pero, también podría extinguir ese profundo sentimiento a cuentagotas, abriendo una brecha que quizá esa otra persona que está al otro lado, jamás sospechará el terrible sentimiento que está causando por su ausencia.

Esperanza desgarradora, ansia sin límites, sueños, imágenes que se van al horizonte, y que, a veces, llegan a estrellarse por algún obstáculo de la vida. ¿Y dónde se esconde la telepatía? ¿Existe? Quizá, y muy seguramente, si estas dos almas se encontraron a través de sus ojos en un furtivo y profundo cruce de miradas, ese que enlaza pasiones, que siembra la tan anhelada llama del amor. Pero se necesita estar en mutua sintonía, la misma que haría repicar ese teléfono una y mil veces.

¡Para qué ese número! ¡Para qué ese teléfono! Mejor sería no tenerlos. Pero de ser así, la comunicación se ahogaría, el dolor aumentaría y la agonía invadiría minuto a minuto esa paz tan escasa tan lejana por esperar esa tan deseada llamada. ¿Qué razón habría en el cruce de esos caminos, si la huella plasmada no es para bien? ¿Por qué un número causa tanto desasosiego?

Astros solitarios

Esperaste el sol y la luna aguzado en las estaciones maravillosas del mundo, y sale el sol y sale la luna derramando imágenes orientales sobre parques y horizontes, sobre calles y desayunos tisana. Las ventanas de un hotel medieval se incendiaron de melancolía. Fumaste poseído por silencios, escribiste por callejuelas, por bares repletos de piratas y mujerzuelas invisibles; esquina a esquina fuiste tragando el humo de sus ruinas. De súbito, aterido sobre el piso de una calle de Barcelona, cruzaron soles como lunas indefensos. Escucha mía, la oscuridad embaidora en los metros subterráneos guardaba otros astros solitarios en su pabilo.

Goyes Narváez, Julio César. "El Eco y la Mirada". Bogotá, Trilce editores, 2001.

Profundidad, una vez se cae al abismo o se entra en un túnel sin fondo, se transita por millares de experiencias, voces, ruidos, imágenes, ilusiones. El ser humano es tan misterioso, que encierra en sí todo un laberinto de metáforas.

Imaginación: transportarse hacia dimensiones desconocidas a través de este maravilloso don que la vida nos ha brindado, es como viajar sin haber salido de nuestro aposento, de nuestra guarida. Mezcla de lo decible y lo indescifrable en la que se conjugan espacio, tiempo, lugar, sentimiento, estado emocional. Destellos de pasión, entrega, seducción, algarabía por aquello que nuestra alma grita a los cuatro vientos. Juego de minutos, horas, años, siglos, durante los cuales fuimos creados como seres animados llenos de la magia de la naturaleza.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

SE HABLA ESPAÑOL


LILIANA ASTROZA JAIME

dracolaj@hotmail.com
UNIVERSIDAD DE LA SALLE




LAS PALMERAS DETRÁS

No es raro encontrarse con una situación de estas, estoy segura de que son muchas las personas que salen de su país con esperanzas en un bolsillo y en el otro simplemente un puñado de nada. Es peligroso desde cualquier punto de vista y eso lo sabemos, pero no soy la persona adecuada para dar testimonio del flagelo de la migración, lo cual no quiere decir que no me importe. Esta historia contiene elementos de desesperación, cada detalle en la descripción de sus sufrimientos sólo me hace pensar que definitivamente se debe uno enfrentar a una situación de angustia demasiado grande como para salir y aventurar, para arriesgarse a perder la vida en el intento de querer conseguir una mejor. Muy seguramente hay por ahí regados restos o cuerpos de personas que se perdieron un día sin decir una sola palabra y lo que me parece más angustiante, dejando una inmensa zozobra en sus seres queridos, debo confesar que como a muchos, es algo que me pega muy fuerte porque se está hablando de anhelos, de esperanzas, de deseos, y de repente todo queda en nada...

Ahora bien, lo que puedo observar al final de este cuento es como un conjunto de alucinaciones que no me quedaron muy claras (razón por la cual retome el texto y lo leí con mayor calma), me encontré con palabras de resignación, con descripciones de lo que se supone es la muerte y las asumí de una manera extraña, es como si de repente también me hubiese sentido mareada por el relato.


RONALDO MENÉNDEZ nació en La Habana (Cuba) en 1970.Sus narraciones han aparecido en numerosas antologías de Cuba (‘‘Los últimos serán los primeros’’, Anuario UNEAC 1994, ‘‘Fábula de ángeles’’ y ‘‘El ánfora del diablo, entre otras’’) México, Venezuela, España, Argentina, Colombia y Francia. Colabora como crítico literario y de arte con las principales revistas especializadas cubanas. Actualmente reside en Lima (Perú), en donde colabora con el diario El Comercio como columnista, y ejerce de profesor de Periodismo en la Universidad de Ciencias Aplicadas.


NOSOTROS HUBIERAMOS QUERIDO QUE ELLA FUERA ETERNA

Creo que este texto se liga al deseo de muchas personas frente a alguien especial, en este caso una actriz, que aunque ya fallecida sigue despertando la curiosidad del protagonista de esta obra; nada raro por cierto, teniendo en cuenta que aún hoy en día Elvis Presley es motivo de consulta, de intriga, y por supuesto de culto. Lo que más me llamo la atención de este relato fue definitivamente el final, bastante original y la verdad jamás me imaginé algo así, en verdad creo que es un poco loco, en fin... Pero también debo hablar del pasar de los años tanto de las personas allí mencionadas, como de la protagonista de la historia, todo en la vida pasa y ni siquiera aquellos seres que consideramos casi “divinos” están exentos del final que a todos nos depara. En cada paso que elabora el autor se respira un aire de melancolía, pero “la necesidad de un cambio de corazón” es algo que todavía me pregunto...


IVAN THAYS: Nació en Lima, el 21 de Octubre de 1968. Estudió literatura y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú, de donde se graduó en 1992. Ha publicado el libro de cuentos "Las fotografías de Frances Farmer" en 1992 (reeditado en 1999 en Lima, y en 2001 en España). También las novelas "Escena de caza" en 1995 (reeditada el 2001 en Lima), "El viaje interior" de 1999 y "La disciplina de la vanidad" en el 2000. Cuentos suyos han aparecido en antologías en España ("Líneas aéreas"), México ("Las horas y las hordas"), Estados Unidos ("Se habla español") y Perú ("Antología del cuento peruano 1979-2001"). Asimismo, ha sido invitado como escritor a encuentros literarios en España, México, Venezuela, Colombia, Cuba y Bolivia. En el año 2001 ganó el Premio Príncipe Claus de Holanda y quedó finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela por la novela "La disciplina de la vanidad". Actualmente se desempeña como conductor de un programa de literatura por televisión nacional, llamado "Vano Oficio", que pronto cumplirá tres años en el aire.
Fotografía de prensa.

sábado, 28 de julio de 2007

¿QUIÉN ES LUIS ALFORD? Notas sobre la novela "Alford" de Luis Fernando Charry



Germán Adolfo Rodríguez Gutiérrez
Universidad Distrital Francisco José de Caldas


● Al terminar de leer la obra, una de las primeras frases que aparecen no debería ser: “se ha perdido todo con la gloria de los años” (p.9), sino "se ha perdido todo con los años, incluso Gloria".
● Alford siente, quizás, el mismo fastidio que sentía uno de joven cuando le tocaban esas reuniones de familia en las que lo que más se deseaba era irse. El fastidio a la navidad es "anormal", digamos, (pues, regularmente, siempre es muy esperada por la gente normal, sobre todo por los niños) siempre y cuando haya regalos.
● Es un joven retraído, sólo pensaba en Gloria.
● La novela está estructurada a manera de entrevista, como si Charry hubiese entrevistado no sólo a Luis Alford, sino a las personas que han estado alrededor de la vida del personaje.
● Otro detalle sobre los personajes, es que tienen unos nombres perfectamente escogidos, de manera que sólo con este uno se puede hacer a una imagen de lo que son algunos de ellos; por ejemplo, la profesora Morgana Z. “Morgana” es un nombre que de entrada da terror, como la escuela que describe Charry a través de las vivencias de Alford. Lo mismo Gloria Desconsuelo. El sólo nombre de "Gloria" reflejaría bienaventuranza y/o magnificencia, cosa que a su vez es dilapidada por el apellido que es muy diciente: Desconsuelo.
● En este juego de palabras de la familia Desconsuelo, cabe destacar también al hermano de Gloria, que se llama Bombo. Resulta gracioso el juego de palabras con la familia Desconsuelo. Denota el humor fino pero salvaje y oscuro que maneja el autor.
● La apatía de Alford se puede resumir en estas palabras “No tengo amigos ni enemigos. Aquí todos piensan en la amistad pero no se respetan. Yo me respeto y por eso no tengo amigos”. Clara postura de vida.
● Alford es tan diferente como aquel perro de tres patas. En la novela es muy notoria la presencia de los perros. ¿Son el mejor amigo del hombre? o simplemente son como él. Desde la cultura china, los perros representan fidelidad y perspicacia, además de ser, según esta cultura, cariñosos y amantes de la diversión. Alford más bien se parece un poco a los perros en tanto que juntos (el perro y Alford) suelen de ser rígidos en su pensamiento y comportamiento; tienen también un ánimo variable y no confían muy fácilmente en los demás. Cosa que caracteriza mucho a Alford.

En cuanto al tema de los perros en la novela de Luis Fernando Charry, me permito hacer, desde un ejercicio intertextual, el siguiente aporte. En la novela Todo en otra parte de Carolina Sanín Paz, se menciona un personaje (por el que ronda casi toda la novela) que está haciendo un perro, fabricando un perro. De esta persona no se dice mucho, pero al parecer es una persona retraída y muy solitaria. ¿Por eso estará haciendo un perro? No sé, pero alcanzaría a creer entonces que este personaje tiene serias conexiones con Luis Alford, al menos en su manera de ser, de tal forma que las dos novelas se podrían leer simultáneamente y además se presenta la posibilidad de hacer este tipo de ejercicios intertextuales. ¿Será Luis Alford quien está haciendo un perro en la novela de Sanín?
● Al estar aburrido en la sena de navidad, no pretende desdeñar la costumbre religiosa, pero si advierte, durante todo el libro, que es un pensador, nada más eso, un pensador de la vida y de las cosas que quizá nosotros algún día pensamos, pero a lo que no le paramos bolas. Se identifica, entonces, en esa actitud una clara alusión a la crisis del hombre actual.
● Las palabras de cariño de Gloria retumbaban en su cabeza incrementando el dolor y desarmándolo para querer terminarle. Querer hacerlo y no poder es como condenarse a sí mismo en Alcatraz.
● El odio o resentimiento hacia el claustro educativo es normal, creo, en jóvenes de esta edad (más o menos 16 o 19 años) en el colegio. Alford lo justifica en la página 31.
● El no ser querido realmente, sino sólo por una mujer (Gloria) puede ser también la causa de su apatía (desamor).
● Es una novela de un joven que se presenta como muy realista aunque soñador. Nunca es romanticón o ridículo, ni siquiera con Model Rosa.
● Alford sentía un respetuoso desprecio por la televisión y lo que ello genera, pero, dentro de su cotidianidad tiene que reevaluar ese odio, ya que le da armas al inexperto amoroso sobre el trato con este sentimiento. (p. 33) Algo que, creo, nos pasa a muchos jóvenes.
● Me parece que Luis Alford tiene un leve parecido con Gregorio Samsa y con el joven Werther. Si bien pertenecen a épocas diferentes, sus preocupaciones son cercanas. Estos personajes tienen en común esa continua sensación de disgusto frente a la sociedad. Los autores anteriores (Goethe y Kafka) utilizan un lenguaje mucho más poético, diríamos, mientras que Charry utiliza un lenguaje más –mucho más- ligero y fácil de digerir, propio, creo, de la sociedad actual, más cosmopolita y por ende más rápida.
● La lluvia o mejor, el invierno son elementos característicos entre las novelas de Kafka y Charry. Respecto a este punto, creo, a partir de una acepción muy propia, que esta estación es propicia para escribir, para crear, que está llena de magia y al mismo tiempo de tristeza porque cuando se nubla el cielo es como si se nublaran los corazones, y la tierra parece que fuera sólo un espacio gélido, propicio para estar solo, cosa que siempre hace Alford.
● G. Samsa al convertirse en insecto, no puede dormir, cosa que le pasa a Alford, que no puede dormir o lo hace muy poco, a causa, tal vez, de sus tribulaciones.
● También podría pensarse que es un joven a punto de salir, en términos Kantianos, de la minoría de edad en la que posiblemente se encuentra. Es un tipo que busca en el pensar: ser por sí mismo (sin la ayuda de nadie, o al menos sin pedirla). Una manera de demostrarlo es haciendo un tipo de música que aunque tiene algunas archireconocidas bases busca ser una creación "original".
NOTA
CHARRY, Luis Fernando. "Alford". Bogotá, Planeta, 2002.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

viernes, 27 de julio de 2007

ALFORD: LA CANCIÓN DE LA SOLEDAD


Sergio Arturo Rubiano Romero
Universidad Distrital Francisco José de Caldas


En referencia de la obra de Luis Fernando Charry, Alford, se ha de destacar el silencio y la soledad como la compañía perfecta para un personaje como Luis Alford, quien probablemente ha vivido y experimentado más experiencias que cualquier otro aventurero o narrador incansable; las vivencias propias de un niño, un joven que poco a poco se va transformando en hombre (con una velocidad sorprendente) y que para cualquiera, tal vez, no tenga nada de sorprendente, pero que moldean y definen una vida poco normal. Sin embargo, esta vida poco normal se pueda entrelazar con la vida de Luis Fernando Charry (o Luis Fernando Alford), pues muy probablemente los dos “Luises” sean de la misma generación, compartan los mismos gustos y tengan una concepción de la vida muy similar; y, tal vez, la mejor muestra de ello se refleje en una delicada estimación por la música, que toca desde los compositores más clásicos y admirables, hasta los más queridos y cuestionados ídolos del rock contemporáneo; de esta manera, se podría establecer un rasgo que comienza a definir a algunos escritores que comienzan a surgir como producto del moldeamiento de los medios de comunicación, en este caso, la televisión, la radio y la prensa, que directa o indirectamente van hormando cada vez más fuertemente en las nuevas generaciones (me atrevería a decir que desde los años 60 en adelante).

De cierta forma, he interpretado dos palabras que tal vez no tengan nada que ver directamente con la obra Alford, o con su personaje Luis Alford, pero que se asemejan en su escritura y pronunciación y que de alguna manera encajan con la esencia del personaje y del escritor. La primera palabra es alforre, (alforre: (Del ár. hisp y este del ár. clás, el ave noble). m. ant. Especie de halcón.). La anterior es la definición que aparece en el diccionario, llama la atención en lo referente a que es una especie de halcón; Luis Alford es una especie de halcón que vuela solitario, se deja llevar por el viento, (que es una de sus fuentes de inspiración), que de vez en cuando vuela en compañía de otras aves y que cada cacería suya es un trofeo más para su vida y su formación como ser solitario e individual. Tal vez el significado de Alford tenga que ver con la palabra alforre, en cierta forma por lo anteriormente dicho, porque mi interpretación pudo vislumbrar a un Luis Alforre, que obtuvo presas que posiblemente ningún águila lograría atrapar.

Otra palabra a la cual hallé alguna relación con Alford fue alforjero, (alforjero, ra: adj. Perteneciente o relativo a las alforjas. 2. m. y f. Persona que hace o vende alforjas. 3. Persona destinada a llevar en la alforja la comida para otras. 4. m. Lego o donado de algunos institutos religiosos mendicantes que pide limosna de pan y otras cosas, y la recoge en las alforjas que lleva. □ V. perro ~.). Alforjero es un perro de caza enseñado a quedarse en el rancho guardando las alforjas. Hago principal énfasis en la última definición de alforjero, refiriéndose a un perro destinado a una labor específica, a Luis Alford le encantan los perros, él siempre ha sido un perro condenado a habitar un cuerpo humano, es el mismo perro protagonista y elemento mínimamente nombrable en cualquier cantidad de novelas y cuentos, necesariamente hace parte de la literatura, principalmente de la contemporánea. Entonces, se podría considerar la existencia de otro Luis… un Luis Alforjero que le gusta quedarse en su casa, en su “rancho” de Dos Musicales para ser, para crear y componer, alejado de las compañías, muchas veces, tediosas y de esta forma… crearse y componerse.

Y a todo lo anterior se suma la soledad como una compañía perfecta para crear, no sólo para los dos “Luises”, sino también para algunos músicos, lectores y escritores que componen canciones bajo otros nombres (pensamientos, escritos, textos, composiciones, ideas, pinturas, esculturas, escenas, películas, videos, etc.), música que algunos pocos logran escuchar y apreciar realmente en compañía de la soledad tal como Luis Alford logró dar origen no sólo a algunas canciones sino también a su propia vida ensimismada, pero perturbadoramente inquietante.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

miércoles, 30 de mayo de 2007

TAUNUS: Miradas, Superficie y Esencia

Lucy Varón Valencia.

Miradas de superficie y esencia sugeridas por el texto "Autopista del Sur", en el que el pretexto del trancón en la autopista, dirección París, posibilita, a través de indicios concretos, hablar de las naturalezas humanas de cada una de las personas que viven la odisea de la espera en la ruta mencionada. La constante mención a los carros, a las marcas de los mismos, las actitudes de sus ocupantes, sus acciones, reflexiones, ilusiones, encuentros y desencuentros van conformando cuadros patéticos en los que Cortázar pinta, con un realismo descarnado, las múltiples reacciones de esa larga y variada gama de marcas-seres que participan en el embotellamiento.

Intento por incursionar las cajas-carros que encierran seres y tratar de develar y comprender esa superficie "aparente" que reviste en una primera instancia a los carros y que termina definiendo por ósmosis casi, la esencia de quienes ocupan los vehículos. Cajas-carros que mirados desde lo alto de la autopista, dan la sensación primera de ser de cristal a las que les basta "mirarse para luego aislarse"; volverse a mirar más tarde, para iniciar otros aislamientos que desembocan, más tarde, en miradas-encuentros que terminan finalmente en una suerte de total desbandada, a manera de huída final...

Mirarse y aislarse, para mirarse nuevamente y descubrir que se impone otra forma de mirada, no la que provoca un encuentro de coches en una autopista, que es siempre fugaz, efímera, apenas perceptible, en suma lo explicitado por el término autopista. No. El término autopista adquiere nivel simbólico en la escritura de Cortázar, al desdoblarse en sus contenidos.

En efecto, automovilistas acalorados, al citar Cortázar a Arrigo Benedetti: "...Parecen no tener historia...". Seres sin historia aparente los que conforman los grupos vecinos, contrarios en su mayoría y que van, en sus acciones, construyendo unas formas particulares de miradas en superficie y en profundidad, para develar(nos) múltiples facetas apenas sospechadas de condiciones humanas.

En todos está presente la noción angustiosa del tiempo del trancón, las ansias de avanzar, frustradas por el continuo y cada vez más lento detenerse:

“El calor de agosto se sumaba a ese tiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese más enervante. Todo era olor a gasolina, gritos destemplados de los Jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en los bordes cromados, y para colmo la sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr”.

Impaciencias que arrancan un constante mirarse para volver a avanzar: derecha, izquierda; presencia implacables del tiempo, en un regreso a París que parece durar las cuatro estaciones en términos de diacronía. Tiempo que por extensión y simbología se torna sincrónico para expresar la duración de la vida:

“... al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa”.

(...)

"...uno de los hombres del Taunus que se había acercado a charlar..., mostró irónicamente la copa de un plátano solitario y la muchacha del Dauphine recordó que ese plátano (si no era un castaño) había estado en la misma línea que su auto durante tanto tiempo que ya ni valía la pena mirar el reloj pulsera para perderse en cálculos inútiles".

Duración de vida: sensaciones y vivencias convergentes de todo orden. Fuerza de una situación inesperada para confrontar, tanto a coches como a personas. En la confrontación afloran toda suerte de situaciones, develando condiciones humanas insospechadas. En todas ellas, la obsesión desesperada por el tiempo:

"...sin que otra sombra apenas entrevista a la distancia se acercara como para poder sentir de verdad que la columna se estaba moviendo aunque fuera apenas, aunque hubiera que detenerse y arrancar y bruscamente clavar el freno y no salir nunca de la primera velocidad, del desencanto insultante de pasar una vez más de la primera al punto muerto, freno de pie, freno de mano, stop, y así otra vez y otra vez y otra".

Cada coche es una historia personal que se torna colectiva en la espera traducida en la vivencia concreta de estaciones. Poder de la palabra-imagen de Cortázar para comunicarnos a través del trancón el paso del tiempo y con él, simbólicamente, el manejo de vidas y conductas.

Indicios claros del Verano, en el que sitúa el comienzo del trancón, hacen más intensa la preocupación por el tiempo. Cada alusión al calor, al sol fulgurante, a la sed de los ocupantes de los coches, conforman cuadros tales como: “No atardecerá nunca, la vibración del sol sobre la pista y las carrocerías dilataba el vértigo hasta las náuseas. Los anteojos negros, los pañuelos con agua de colonia en la cabeza, los recursos improvisados para protegerse, para evitar un reflejo chirriante o las bocanadas de los caños de escape a cada avance, se organizaban y perfeccionaban, eran objeto de comunicación y comentario”.

Organización, perfeccionamiento, comunicación y comentarios que van tanto creciendo como decreciendo en las filas que conforman el trancón. Asomo de solidaridad, gestos de generosidad, de egoísmo, de indiferencia, de ternura, de escepticismo de buen tono; toda suerte de sentires, acciones y preocupaciones afloran en cada personaje de cada grupo que se forma, como manera de asumir el trancón en un verano que ya declina:

“Hacía ya rato que la gente prefería salir lo menos posible de sus coches: la temperatura seguía bajando y a mediodía empezaron los chaparrones y se vieron relámpagos a la distancia”.
(...)
“De todas maneras hacía cada vez menos calor y la gente parecía esperar la llegada de la noche para taparse con las mantas y abolir en el sueño algunas horas más de espera... Un hastío sin nombre pesaba sobre ellos al anochecer; se esperaba más del sueño que de las noticias siempre contradictorias o desmentidas".

Otoño: Mediador en aras a una supervivencia. Presencia del frío y con él anhelos de refugiarse en el sueño, como forma de escape y de reencuentro. Sensaciones de hastío que llegan a deserciones, a suicidios. Poco a poco, el trancón, que en un principio despertó tanta impaciencia por el tiempo, se asume sin prisa. Ahora, la preocupación se orienta a protegerse del frío. Frío que se intensifica y crea atmósferas de más intimidad, de más acercamientos, de más solidaridad. Ingenio de todos por lograr maneras de encontrar calor tanto interior como exterior.

Delirios, fiebres, a las que siguen nieves que amurallaban poco a poco los autos:

“Todo ese día y los siguientes nevó casi de continuo, y cuando la columna avanzaba unos metros había que despejar con medios improvisados las masas de nieve amontonadas entre los autos".
Invierno: Lucha por sobrevivir, tráfico con las vituallas. Capacidad enorme de ayuda mutua. Anhelos también de encontrar calores humanos:

“En la noche los grupos ingresaban en otra vida sigilosa y privada; las portezuelas se abrían silenciosamente para dejar entrar o salir alguna silueta aterida; nadie miraba a los demás, los ojos estaban ciegos como la sombra misma. Bajo mantas sucias, con manos de uñas crecidas, oliendo a encierro y a ropa sin cambiar, algo de felicidad duraba aquí y allá”.
(...)
“Por las tardes el chico del Simca se trepaba al techo de su coche, vigía incorregible envuelto en pedazos de tapizado y estopa verde. Cansado de explorar el horizonte inútil, miraba por milésima vez los autos que lo rodeaban; con alguna envidia descubría a Dauphine en el auto del 404, una mano acariciando un cuello, el final de un beso".

Invierno que cala huesos y sentimientos devolviendo humanismo, ternura, solidaridad. Igualmente generador de vida y de muerte, en una autopista que simboliza la ruta de la vida:

“Al ingeniero, que había acabado por ceder a una indiferencia casi agradable, lo sobresaltó por un momento el tímido anuncio de la muchacha del Dauphine, pero después comprendió que no se podía hacer nada para evitarlo y la idea de tener un hijo de ella acabó por parecerle tan natural como el reparto nocturno de las provisiones o los viajes furtivos hasta el borde de la autopista."
(...)
“Tampoco la muerte de la anciana del ID podía sorprender a nadie. Hubo que trabajar otra vez en plena noche, acompañar y consolar al marido que no se resignaba a entender”.

Epifanías y partidas, vividas y asumidas en el espacio de la autopista, ruta para la velocidad y para la lentitud como formas de vida del hombre. Invierno que cede poco a poco, luego de lluvias y vientos que pusieron a prueba ánimos, aumentaron las dificultades y lograron de todos modos conservar el espíritu de unión de los diferentes grupos. Permanente vigilia por sobrevivir. Renovación del tiempo al que acompaña el cambio de ánimo de cuantos conforman el trancón.

Indicios de cambios temporales que anuncian otra primavera como renovación de fuerzas, y, nuevamente, un verano anunciador de avances:

“Todo sucedía en cualquier momento, sin horarios previsibles; lo más importante empezó cuando ya nadie lo esperaba... Trepado en el techo del Simca, el alegre vigía tuvo la impresión de que el horizonte había cambiado (era el atardecer, un sol amarillento deslizaba su rasante y mezquina luz) y que algo inconcebible estaba ocurriendo a quinientos metros, a trescientos, a doscientos cincuenta... Entonces oyeron la conmoción, algo como un pesado pero incontenible movimiento migratorio que despertaba de un interminable sopor y ensayaba sus fuerzas...”.

Lentitud de cada estación. Tiempo detenido que se vuelve personaje único. Un tiempo de la Autopista que endulza a las frutas y tiene el poder de resecar como a las hierbas, de ennoblecer frente a situaciones inimaginables, de compartir dolores y sueños.

Verano agónico en el que el afán de un regreso al origen, de repente se detiene y nos devuelve imágenes nostálgicas por ese sorpresivo estatismo que cambia todos los órdenes y planes, pero devuelve, sorpresivamente sonrisas y esperanzas por un destino detenido...

Verano, otoño, invierno, primavera, que como elementos constantes y aleatorios a la vez, sugieren y develan a cada carro: ser, seres en comportamientos que asombran, no por lo que asoma en cada uno de ellos y nosotros, sino en sus conciencias. Fluir de conciencias que sorprenden y cuestionan por cuanto encarnan cada una de ellas y que se muestran en lo que son y no son: solidaridad fugaz, permanente, coyuntural en la que afloran naturalezas humanas maravillosas y horrorosas.

Circunstancias de la vida que obligan a que nos desenmascaremos y dejemos fluir lo que somos.

¿Y qué somos?: Virtudes y sentimientos a los que nos negamos siempre. Autopista al Sur como destino que desenmascare el proceso de vida de cada personaje y descubra en él capacidades humanas insospechadas y abra perspectivas de renovación, así la huída final deje sabores amargos, experiencias maravillosas y penosas. Lazos de amistad consolidados, uniones iniciadas para devenires posibles en común.

Trancón de autopista, como mirada de superficie primero, luego en profundidad tal, que convoca a mirar cada ruta emprendida con encuentros, desencuentros, nostalgias por lo vivido en grupos nunca imaginados en tanta unión. Añoranza con sabor a decepción y desilusión ante un trancón que se diluye y con él, desaparecen todo un tiempo y vida compartidos:

Taunus absurdamente se aferró a la idea de que a las nueve y media se distribuirían los alimentos, habría que visitar a los enfermos, examinar la situación con el campesino del Ariane; después, sería la noche, sería Dauphine subiendo sigilosamente a su auto, las estrellas o las nubes, la vida. Sí, tenía que ser así, no era posible que eso hubiera terminado para siempre. Tal vez el soldado consiguiera una ración de agua, que había escaseado en las últimas horas; de todos modos se podía contar con Porsche, siempre que se le pagara el precio que pedía. Y en la antena de la radio flotaba locamente la bandera de la cruz roja, y se corría a ochenta kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia delante”.

Experiencia del trancón que transforma en el fondo la visión del tiempo perdido en el tiempo recuperado para la vida.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

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