Hola poeta, así es el mar y sus olas; la poesía queda los poetas se van. Me desperté con amargura de su muerte, al leerte, no lo sabía. La radio Nacional de España no dice todavía nada. Estaba siendo conocido con fuerza por estos lares. El otro día vi una antología de su obra en una librería y lo recordé. Conocí la poesía de Watanabe cuando guiaba el taller de lírica en la Universidad Javeriana, hace ya nueve años y, recuerdo que, dejé en silencio intenso a los burguesitos proyecto de escritores (que no han dejado de serlo) aunque publiquen dos libros al año y se comenten entre ellos. Claro, como suele ocurrir siempre hay alguien que escucha más allá del espectáculo y se contiene en el sagrado silencio; de ese época quedan buenos amigos que si supiera su correo electrónico les escribiría para recordar nuestra lectura de "Álbum de familia" y "El hueso de la palabra", declarado el "el mejor poeta joven del Perú". Increíble hombre, inquieto, curioso y buscador de expresiones: guionista de cine y televisión (fue el guionista de "La ciudad y los perros", basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa y dirigida por Francisco Lombardi y de una película que nunca he visto: ”Maruja en el infierno”. Dirigió programas infantiles para la televisión y hasta fue director de arte de varias producciones audiovisuales. Claro, había estudiado Bellas Artes en Trujillo y Arquitectura en Lima. Ganó el Lezama Lima, en fin, qué importan los premios ante su tono y fulminante subjetividad. De dos orillas, de varias culturas, de infinitas resonancias y de contenidos silencios. Tan campesino como urbano, tan Hölderlin como Vallejiano. Heredero de la Tanka y el poema breve en su ejecución. Sencillo y hondo como su mirada nipona que corta en dos lo real. Así el Urubamba abre una herida como el Guaitara a mi morada. Jorge estará también pensativo como nosotros, su último libro es heredero de este poeta cósmico; sus animales y la metáfora de la existencia, del amor y de la soledad me lo recordaran siempre. También tomaré una copa de vino en algún bar de Madrid ahora sin ti, hermano poeta, esta pena sería más llevadera contigo. Un abrazo, poeta hermano, un abrazo... leeremos a Watanabe hasta que nosotros emigremos también a la montaña...
Julio César Goyes
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