martes, 5 de diciembre de 2006

DEL CHISME Y SU POSIBILIDAD COMO LITERATURA




CATALINA CAMPUZANO R.
UNIVERSIDAD DE LA SALLE



La novela “Todo en otra parte”, de la escritora colombiana Carolina Sanín, es realmente un reto para lectores abrumados, lentos y despistados como yo. A algunos les ayudan los mapas de relaciones entre los personajes y las situaciones, las notas en los libros, las líneas subrayadas, entre otras cosas, para comprender, desde el inicio, el fondo y la forma de este libro; pero en mi caso fue un completo desastre. Prescindí de tales ayudas hace años por culpa de una mala costumbre de escritora barata. Así que fue un reto, como lo decía antes, la lectura de esta desordenada y, en algunos momentos, desorientada novela. Quizá por todas las condiciones anteriores de mi lectura, el libro no es para mí una obra fácil; como su misma autora lo anuncia:

“El lector que no haya desfallecido en las primeras páginas tiene suficientes oportunidades de exasperarse en el resto del libro. El sexto capítulo, en cambio, es el capítulo del descanso: los personajes de la historia se convierten a una fábula bucólica, y al escribir yo misma sentía que me había ido de excursión” [1].

La literatura, al igual que todo arte y expresión humana, se sustrae de lo cotidiano, de lo absurdo y lo irreal. El chisme, que entra en la primera categoría, hace parte fundamental de la novela de Carolina Sanín, “Todo en otra parte”. De ella se atiene Sanín para desarrollar su texto. “Me parece que todas las situaciones de la historia son cotidianas. Digamos que en ella hay un realismo del pensamiento y no de los sentimientos” [2].

La interrupción como técnica literaria, dentro de una lírica fluida y simple, es quizá una de las más grandes dificultades de los escritores actuales, pero, en este caso específico, es también una virtud. No hay nada más complejo que ir intercalando conceptos, ideas, situaciones, personajes, de la forma que lo hace esta escritora colombiana, que traduce en caos un romance que es exhausto y que tal vez no existe.

Dentro del desorden, las palabras se expresan como son, como la misma autora lo reconoce, objetos delimitados y complejos; como simples unidades lingüísticas que si bien hacen parte de un todo, no pierden su valor cuando se encuentran en una hoja solas, abstraídas y mirando asustadas que a su alrededor no hay nada.
Sanín hace de su novela una hoja en blanco, donde una palabra puede ser un todo, o mejor, lo único verídico y realmente útil, jugando con el lenguaje, en su expresión más mínima y, al mismo tiempo, contando una historia de amor; pero el valor de la novela no se basa en ese juego ininterrumpido que aunque tiene una validez extraordinaria en cuanto a novedad en la estructura literaria, su base está en cómo contar una historia y llevarla por los tubos del chisme, como lo que es, una expresión típicamente humana, que usamos todos los días para no aburrirnos de la rutina.

“En la novela de Carolina Sanín la vida de los personajes es solamente una serie de chismes. Ella no quería representar nada, sólo crear un mundo jugando con las formas del lenguaje. Todo lo que le sucedió después de publicar el libro le demostró que no estaba tan lejos de la realidad” [3].

La historia de amor de Carlota y Julio, lo protagonistas de la novela, se desarrolla en medio de chismes, ni siquiera el tan nombrado y posicionado perro se salva de éstos.

“De otro lado, en la novela de Sanín, un espectro recorre-asedia a Todo en otra parte; ese espectro, para mí, es el del perro, del cual el lector nunca sabrá nada, más allá de los imprecisos y parcos rumores que se tejen en el texto” [4].

Cuando Carlota y Julio salen, cuando se acuestan, cuando comen, cuando pelean, se teje tras ellos, y quizá delante de ellos, un chisme, o dos o tres, que unen las situaciones, los otros personajes y los lugares entre sí, sin dejar un solo espacio en medio. Los chismes son el inicio, el nudo y el desenlace de la historia, su eco, su pulmón.

Dentro de la literatura actual, pocas novelas o escritos se han tejido de manera tan magistral dentro del chisme y con el chisme, como “Todo en otra parte”. La exasperación de los medios por conseguir el chisme y hacer de él una noticia, que realmente afecta a pocos, pero que muchos disfrutan, es impresionante. ¿A quién le importa si tal o cual se casó con el que no era su novio de toda la vida, o si en la fiesta estuvo Juan con la hija de Pepa, pero estaba mirándole el culo a la actriz que estaba sentada junto a él? La periodista Sandra Russo define muy bien ese porque:

“Disfrutamos del escándalo ajeno, denigramos a quien engañó, curtió o mintió. "Alguien se ha salido de madre. Alguien se fue al carajo." En suma, nuestro placer se encuentra en la caída del otro. En el reino de los bajos instintos y de la perversión del dato” [5].

La editorial de una revista lo explica también como una especie de goce perversamente humano:

“Escuchar un chisme produce una sensación en el cuerpo que sólo se compara con la que produce escuchar un chiste. Descubrir la intimidad de otros genera una atención natural que no logran ni el cálculo matemático, ni las reglas gramaticales, ni los vericuetos de la informática. Lo íntimo tiene su sensualidad, mientras que el cálculo y la gramática acostumbran irse vestidos a la cama. Es que el chisme lleva puesto el principal placer del secreto: la posibilidad de ser revelado” [6].

No se ha hablado mucho, dentro del mundo elegante y elitista de las letras, sobre el chisme y su posibilidad literaria; sin embargo, uno de los más grandes escritores del siglo XX y pionero del periodismo literario, Truman Capote, anotó una vez que el chisme era literatura. Tal vez en sus libros lo usó como técnica, si se puede llamar así, porque nadie puede negar que “A sangre fría” está contada por medio de especulaciones y patrañas alrededor de la familia de Garden city que fue asesinada, lo que vio un supuesto testigo o lo que no vio, lo que supone la vecina sobre la muerte y lo que sabe por voces de barrio sobre los miembros. Esto no se aleja mucho de la obra de Sanín, que comparte con sus lectores palabras populares de ciudad, aunque si bien cosmopolita, sumida aún en los aires coloniales donde todos nos conocemos así no sepamos nuestros nombres.

Pero la gran pregunta es por qué el chisme llega aun a estas sociedades postmodernas, silenciosas y enormes, donde cada vez se tienen menos conocidos, más enemigos y poco tiempo para sentarse a tomar el té con los primeros, siendo éste el mejor pretexto para rajar del prójimo, como se dice popularmente en Colombia. Eso lo explica el español Alejandro Gámbara en su ensayo Capote, cotilleos, mudanza, que apareció recientemente en la revista El Escorpión, en el cual afirma que gracias a los rumores la comunidad vigila sus propios límites, siente que controla los cambios y los imprevistos y finalmente refuerza su historia.

Así mismo José Luis Vargas, en Full Talk Show, pone en entredicho el papel de lo público y lo privado al hablar del chisme.

“Por ejemplo, hoy se habla de sociedades mediatizadas o sociedades de la comunicación, donde, por lo visto, se está trastocando el concepto de lo público y lo privado. Es decir, con ese tipo de programas (talk show) y otros que están basados en el viejo placer humano del chisme, cada vez es más difícil distinguir la frontera entre el espacio privado y el público”.

No sólo en la televisión, que es un medio chismográfico bastante popular, ha calado el chisme en sí mismo como posibilidad, sino, como hemos visto, también en la literatura se ha utilizado, desde Capote hasta Sanín, guardando las distancias.

Lo que realmente abruma es que el placer del chisme nunca había sido plasmado y aceptado de tal manera, como en este libro, como una verdadera posibilidad literaria, aunque siempre ha sido una bondad de la comunicación. Por este motivo, y solo por éste, la narrativa de Carolina Sanín tiene un verdadero sentido, que incluye al otro en su literatura, y hace que tome parte de ella como si fuera un chisme que corre de esquina en esquina en un mundo donde todo está en otra parte.

NOTAS

[1] SANÍN PAZ, Carolina. “Haber escrito Todo en otra parte”. En: “Piedepágina”. Nº 3. Bogotá, Editorial Preprensa Zetta Comunicadores, 2005.

[2] Como su misma autora -Carolina Sanín- lo dice, 'Todo en otra parte' es una novela de lo absurdo. En: EL TIEMPO.COM Bogotá, Marzo 12 de 2005.http://eltiempo.terra.com.co/proyectos_2004/ferialibro2004/ferialibro_nove/novedades2005/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2008406.html

[3] SANÍN PAZ, Carolina. “Haber escrito Todo en otra parte”. En: “Piedepágina”. Nº 3. Bogotá, Editorial Preprensa Zetta Comunicadores, 2005.

[4] TORRES GUERRERO, Andrés Octavio. Echándole los perros a Carolina Sanín Paz: la dama del perrito y este hueso de conjeturas.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/csanin.html

[5] RUSSO, Sandra. “Como chismosa un fracaso”. En: ¿Qué te importa?.
http://www.lamujerdemivida.com.ar/index.php?ediciones/004/russo.html

[6] RUSSO, Sandra.
http://www.lamujerdemivida.com.ar/index.php?ediciones/004/russo.html
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

EL USO DEL PENSAMIENTO DESECHABLE DENTRO DEL PERIODISMO LIGHT PARA MANTENER LA MENTE DE LAS MASAS EN OTRA PARTE




LINA PAOLA ÁNGEL JIMÉNEZ
UNIVERSIDAD DE LA SALLE


El periodismo light, es “aquel que tiene como única temática el espectáculo. Se caracteriza por hacer un seguimiento a la vida privada y pública de los personajes que conforman el mundo del espectáculo” [1], que se origina a través del fenómeno mundialmente conocido como ‘lo light’ o pensamiento desechable. Esto es la era de lo plástico, lo superficial, lo suave y ligero. Esto significa que lo ‘light’ es “La cultura de lo liviano, del no-esfuerzo y del culto a la apariencia” [2] que muestran todos los personajes (Julio, Daria, Diego, etc. Y especialmente Carlota) dentro del libro “Todo en otra parte” de Carolina Sanín.

Allí, la cultura light es transmitida por medio del periodismo frívolo en los principales medios de comunicación que se mencionan dentro del libro: “Los Mundos era un periódico, una emisora de radio y un canal de televisión” [3]. Este imperio de comunicaciones, llamado Los Mundos, es la perfecta ejemplificación de los programas de farándula que se encuentran dentro de la televisión, la radio y la prensa colombiana (“Del otro mundo” en el Canal Caracol y “El lavadero” en el Canal RCN, el programa de “La Negra Candela” en Todelar y el periódico el Espectador, entre otros) que originan rumores así como sucedía en la entrevista que realizó Miguel Castor a Carlota: “…Y otra mujer oyó que Julio y tú estuvieron juntos durante dos días solamente: el día antes de que salieras tarde de tu cine y el día en que fuiste con él a otro cine para ver cierta comedia Nox. Dice que saliste a dar la vuelta al mundo para empezar en cada una de las ciudades que visitaras una historia igual a la de Julio, con un hombre distinto cada vez. Que pasas dos días en cada ciudad, te despides de un hombre en cada una, y en todas inicias la vuelta. Además sostiene que a esos otros hombres les regalas las cosas que le robas a Julio” [4].

Este fragmento nos muestra una de las características más importantes del periodismo descafeinado: “El rumor”. El cual puede originarse de muchas formas, una de ellas es desde la ausencia de un hecho que sirva de punto de partida o apoyo [5]. Un ejemplo es el rumor acerca del ‘hombre que está haciendo un perro’, frase que origina una gran polémica dentro de la trama desde que se menciona por primera vez: “… en la calle diez, vive un hombre que no tiene perro pero se está haciendo uno. Los vecinos sospechan de él cada vez que hay un misterio. Dicen que sabe qué cosa es la mancha del tercer piso, por ejemplo” [6] y que además causa cierta curiosidad entre todas las personas, y empiezan a realizar una serie de conjeturas como: “El panadero dijo que el perro podría ser venenoso, y por eso quizá azul con patas rojas como las puntas de las raíces que les brotaban a las papas cuando se pudrían en la despensa amontonadas” [7], que permiten que salga a relucir una de las principales características, pero, a su vez, el principal problema: la velocidad de la información. Donde el síndrome de ‘lo dije primero’, ‘tengo la noticia primero’, toma lugar en una competencia entre los periodistas (en el caso del libro, la competencia gira alrededor de los mismos personajes), por su ego, por su capacidad para decir le gané, la obtuve primero. Esa competencia no es mala, si se respeta la frontera que tiene que existir entre la prisa por ganarle a la competencia y la responsabilidad de informar bien [8].
Desafortunadamente, el libro critica la mala manipulación de toda la información que adquiere Los Mundos en todas sus sucursales, con lo que mantiene el interés de las personas haciendo uso del pensamiento desechable con programas de opinión, referendos virtuales, estadísticas de sentires que no permiten un pensamiento; tal y como le sucedió a Carlota dentro de su entrevista con Miguel Castor: “… Pero el público votó por teléfono y decidió, por un 51 por ciento, que los saqueadores habían obrado en sintonía con mi intención” [9] para decidir y dar por hecho un acontecimiento del cual no tienen ninguna certeza. Así, “Todo en otra parte” pretende (aunque no lo parezca) hacer una crítica a la información que se filtra en todas partes y pierde su versión original cada vez que es transmitido, convirtiéndose en algo ficticio y perfecto para realizarse como una noticia con el fin de entretener a las masas y su cultura del ruido.

“Finalmente Los Mundos se dio por enterado de que había un hombre que estaba haciendo un perro. Pudo haberlo sabido por Luis, que se lo había oído a Felicia y frecuentaba el periódico para concretar el negocio de la canción del circo. Pudo haberlo sabido por Rubén, que lo había sabido por su hermana y trabajaba como repartidor de diarios. Habría podido enterarse por Julio, a quien se lo habíamos dicho Alvira y yo… ” [10].

Así, de ese modo, se puede mantener a las personas alejadas de la realidad. Además, con el fin de mantener la mente de las masas en otra parte, menos en donde debe estar, los medios de comunicación colombiana, al igual que Los Mundos, utilizan una técnica a la que podría llamar ‘retazos light’. Esta consiste en que todas las noticias son cortas, sin mucha importancia, todas las noticias de diferentes tópicos para el público ansioso por saber la vida de los famosos (en nuestro caso de Julio, Carlota y demás personajes) y para no cansarlos con la misma información. Así lo hizo saber Miguel Castor a Carlota durante la entrevista (es la mejor muestra de periodismo dentro del libro “Todo en otra parte”):

“Hoy ofrecemos tu entrevista con tres objetivos: tenemos la esperanza de que sirva para hacer una pausa en la historia de los otros, para hablar muy poco del hombre que está haciendo el perro, y para devolverte algo de tu pasada actualidad” [11].

Así, el periodismo light sería “Un estilo de la información que busca lo agradable, lo no problemático tiene que ver con la carne de quien lo presenta y busca hacernos sentir bien” [12] porque, desafortunadamente, la sociedad está cansada de oír cada minuto noticias malas y largas, así que prefiere permanecer en las sombras y seguir creyendo en cuentos de héroes televisivos, que ponerle fin a una situación difícil que tenga influencias negativas dentro de la sociedad. Es por eso que la cultura y el periodismo light poseen, aunque no se note, un propósito político: mantener a las personas manipuladas, alienadas y ciegas para que no puedan intervenir en el mejoramiento de la sociedad. Por eso, creo que en el siglo XXI:

“Informar es un asunto de frases, de testimonios breves, de relatos fragmentarios. La lógica comunicativa hoy impone el imperio de los 50 segundos como temporalidad de la información. Por esta razón, se privilegia el pensamiento de urgencia, la opinión slogan, la frase contundente, los sondeos de opinión, las realidades esquemáticas que son posibles de contar en el menor tiempo” [13].

Este ejemplo lo podemos encontrar dentro de las transmisiones televisivas del canal Los Mundos y con la entrega diaria del periódico Los Mundos. Por otra parte, la autora también hace una crítica de los efectos que produce el periodismo light en la sociedad mundial. Allí, se plasma que la sociedad se mueve gracias a los medios de comunicación y es esclava de éstos, así que se convierte en una sociedad superficial. Solo importa vivir el presente a placer sin pensar en las consecuencias. Por ejemplo, en “Todo en otra parte”, en un episodio Rita decidió encerrar a Luis, Felicia, Daria, Pedro y Julio dentro de la casa de Carlota, donde todos decidieron cambiar de parejas:

“… A partir del tercer día del encierro en tu casa, se demoró Daria sola. Al separarse de Pedro había dispuesto que tras la eventual liberación él debería permanecer en el antiguo dormitorio de la calle Nueve. Entre tanto, Felicia conservaba una copia de la llave del apartamento que había vendido. La tarde de liberación invitó a Julio a hacer la siesta allí, en este sofá cama que ella echaba de menos. En eso estaban cuando Pedro, que en ese momento era la pareja formal de Felicia, llamó a la puerta. Él pensaba que Daria estaría adentro preparando el trasteo, y quería pedirle que le mostrara la nueva casa para ver de qué se había perdido al separarse de ella. Felicia y Julio se levantaron azorados. En su confusión, Felicia le ordenó a Julio que saliera por la ventana…” [14].

Así podemos comprobar que el nuevo lema del hombre y la mujer light es “sin ataduras”, ya que puede hacer lo que quiera en todos los sentidos que esta frase implica y únicamente vive para sí mismo(a) y para el placer sin restricciones; pero aun así, es un ser débil de mente y cuerpo, manipulable, y puede ser explotado a favor de los mismos medios, tal como Daria al intentar enseñarle al amigo extranjero de Julio a hablar español “Los Mundos los iba explotando para el curso de lenguas a distancia. La emisora transmitía por triplicado cuándo Daria corregía, con el fin de que se grabara en la memoria de los radioescuchas que anhelaban un diploma de español” [15].

Finalmente, si analizo la intención de la obra de Carolina Sanín al criticar el periodismo light, puedo concluir que la obra intenta indicar que las ‘noticias’ de farándula están basadas en el no-rigor, la levedad, la improvisación y falta de trascendencia, y que, por tanto, sólo sirven para banalizar la realidad.



NOTAS

[1] MENESES, Joel. “Interdisciplinares: Medios de Comunicación y Cultura”. Grupo Educativo Helmer Pardo. Enero 2005. p. 35.

[2] MATINEZ, Jorge luis. http://sparta.javeriana.edu.co/wagora/view.php?site=facsociales&bnfacsociales_culturacontemporanea&key=1101358293 13/05/06

[3] SANÍN, Carolina. “Todo en otra parte”. Bogotá, Planeta, 2005. p. 11.

[4] Ibíd. p. 137.

[5] ASOCIACION DE USUARIOS DE LA COMUNICACIÓN, www.auc.es/docum/docum04/docu04.pdf, 20/04/06

[6] SANÍN. Op Cit. p. 24.

[7] Ibíd. p. 22.

[8] www.felafacs.org/files/rincon.pdf 13/05/06

[9] SANÍN. Op Cit. p. 139.

[10] Ibíd. p. 81.

[11] Ibíd. p. 134.

[12] MENESE. Op Cit. p. 87.

[13] http://www.felafacts/ Op Cit. 13/05/06

[14] SANÍN, Op Cit. p. 129.

[15] Ibíd. p. 147.
Fotografías: Andrés Torres Guerrero.




sábado, 2 de diciembre de 2006

LOS MUNDOS: EN UNA VIDA DE OTRA PARTE



GERMÁN ADOLFO RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ
germaniatica@yahoo.com
germenxpunk@hotmail.com
UNIVERSIDAD DISTRITAL



El texto que a continuación se presenta se produce a partir de diálogos y disertaciones muy diversas y, como suele suceder, divertidas, enigmáticas, a veces insulsas pero también muy benéficas. Hablar con aquel que tiene un punto de vista sobre… y hacerlo en planos académicos le da “más caché”, y al mismo tiempo cumple con el cliché aquel del academicismo, o mejor, pseudoacademiscismo; y, por supuesto, tener un eje central, un eje por el que han rotado locuras, sinsabores, envidias, necesidades y opiniones muy subjetivas, casi hasta rayar con el asco por el otro.
De dicho eje podemos hablar tan poco como lo que se conoce de él, pero, al mismo tiempo, permite dejar que la mente vuele en interpretaciones que saturan una clase o una clase de pensamientos o unos pensamientos sin clase que a veces aburren, pero siempre hay un perro que se resiste. Las frases inconexas, que quizá lo son sólo para quienes no manejamos muy bien nuestro idioma, los pensamientos y el recorrer del tiempo en un montón de hojas que confunden y nos piden mirar atrás, rebobinar, son ese eje central. Un perro hecho por un hombre y un Mundo pendiente del perro que aquél hace, son el eje central de las conversaciones banales con la almohada de la calle, de lo que se dice o está por decir y de lo que se está pendiente que se dirá; el cine y la lectura, además de las reflexiones impensadas de situaciones “ilógicas”; la falta de privacidad que, al parecer, no se quiere o quizá nunca se ha tenido, por culpa de los medios, y tal vez una de las tradiciones más antiguas del mundo, el hecho y el placer de contar, como Juglares o chismosas de pueblo, sin dejar de mencionar la tragicomedia que acomete a Carlota, una de las protagonistas de la historia.

Bajo estos y otros tantos ejes, que tal vez no existan, es que circunda la novela “Todo en otra parte”, de la bogotana Carolina Sanín Paz, quien desarrolla en este libro una temática tan densa como el idioma en que está escrita, intencionalmente, por quien investiga la sintaxis de sus monólogos más pobres [1] ya que ella, cita Torres, habla y escribe en su propia lengua como un extranjero [2]. Pues bien, es una novela compleja que no trata de nada, pero en su trama se trata de “tratar acerca de algo”; es una novela que permite la especulación sobre los sucesos y el diario vivir de una persona cualquiera, como lo es Carlota, como lo es usted, quien me lee, si me lee y como yo que leo y trato describir. A manera de resumen, para ambientar un poco el texto y de lo que se habla, o se trata de hablar, la revista Piedepagina dice:
“La historia es la de una subtituladora de cine, Carlota, que tras el cierre del teatro para el que trabajaba, decide emprender un viaje por el mundo: París, Samarcanda, Hong Kong, Sacramento (California) y San Juan de Puerto Rico. Por esta misma época da por terminada su relación con Julio, y cada vez que Carlota regresa de un viaje, entra a la casa de Julio y se roba un objeto, entre los que hay una falda roja y un par de cortinas. A cambio, Carlota deja un regalo. Aparte, en una calle cercana, vive un señor que está haciendo un perro, y su particular historia queda registrada en el poderoso diario Los Mundos” [3].

En alguna parte que no recuerdo, quizá una entrevista por radio o TV escuché decir a Gabriel García Márquez, refiriéndose a aquellos que habían opinado en las columnas de los diarios sobre su obra “Cien años de soledad”, que a ellos también deberían otorgarles un premio Nobel debido a que esas imaginarias opiniones tenían un talante similar al de dicha obra. Es decir, a las interpretaciones que se habían hecho de su obra. Quizá, y si por suerte del destino, como fue que me encontré con esta novela, su autora algún día lee este humilde y desabullonado texto opinará lo mismo, que estoy buscando algo donde no lo hay o donde no existe lo que yo busco, que no es el perro que alguien está haciendo en la pensión, sino simples referencias a la presencia de los medios de comunicación en la vida de los demás.
En realidad, lo único que me interesa es hacer algunas reflexiones respecto al fenómeno de los mass media en la cotidianidad; en especial, de la gran industria que son los medios informativos, que se ve muy referenciada en esta novela, y si el juego de palabras que hace la autora está allí “Por lo que son” [4] ellas, creo que la presencia de ellos también está contenida en el libro por lo que son. Además, esto coincide con el interés particular que me despiertan los medios de comunicación o los medios hipermediales como les dicen. Tal vez por ello, y por la historia del perro, fue que me permití escurrirme por esa cantidad de pensamientos nocturnos de la autora.

Los medios de comunicación definitivamente han cambiado la vida de las personas, aun tanto como lo hizo la escritura en su tiempo y ni punto de comparación con respecto a la parte de la difusión de los escritos que permitió la llamada Galaxia de Gutenberg a lo que hoy en día permite la TV o el Internet, el mundo del “Homo Videns”[5]. Pero esto se ve únicamente en las ciudades industrializadas, como lo vemos en la novela, pues en la posible ciudad en la que se desarrolla la historia de Carlota, Julio y el Hombre que estaba haciendo un perro, circundan por doquier los medios de comunicación; mientras, en uno de los últimos capítulos, cuando se van de viaje, la autora viaja hacia un castillo de orden feudal, en el que no hay medios de comunicación y si la historia se desarrollara en Bogotá que sería posible por las fantasías ficcionales de la autora, más que por la realidad y la historia, ya que allí en Colombia nunca existió, al menos formalmente, este sistema de gobierno, lo que me lleva a pensar que Carolina Sanín andaba con sus personajes en la cabeza y eran ellos quienes viajaban dentro de ella mientras ella lo hacia dándole la vuelta la mundo, como lo pretendió hacer Carlota.
Esta presencia de los medios es bien marcada en el libro, al punto que desde ellos se construye la vida de los personajes y formarlos de la manera que los medios desean; de saber lo que pasa con ellos y, de manera “providencial”, también saben lo que pasará. En esta ciudad imaginada no hay más noticias, o al menos no se hace referencia a ellas sino que sólo se ocupa de la historia de Julio y Carlota y de la del hombre que estaba haciendo un perro. Muestra de ello se da por ejemplo en la página 52 del libro. Carlota decide romper su relación con Julio para ver ¿qué pasa? y sería de suponer que esta decisión se quedará entre ellos y tal vez los allegados, pero ella misma (Carlota) lee en Los Mundos el final de la historia de ella con Julio, pero ¿cómo se enteraron? ¿Por qué ha de causar interés esta historia? En páginas anteriores, es posible que la autora haga una referencia tácita al hecho de que los medios amañan la información de una u otra manera, describiendo, como una suerte de técnica de distracción sobre noticias de interés o simplemente otras noticias, ya que cuando encienden el televisor “para ver el noticiero de Los Mundos. A los seis minutos de estar viéndolo, el noticiero se interrumpió y la pantalla mostró el segundo asalto de una pelea de boxeo. Un documental reemplazó el tercer asalto. Cuando el canal de Los Mundos volvió a la pantalla, las noticias habían terminado” (p. 46) [6]. Es más, los medios están tan pendientes de ella como si fuera una estrella del cine, viendo que tan sólo era la traductora de este, pues relata Carlota que en el periódico Los Mundos “la primera pagina repetía el plan de mi viaje y decía que la serie de mis robos y regalos podía prolongarse indefinidamente…” de tal manera que describe todo el aparente itinerario de Carlota en su odisea por el mundo, sin ella haber salido a lugar alguno, por lo que ya se percibe un rol de los medios de comunicación en la vida social.
Tal vez la intención de Sanín es cambiar el statu quo que se presencia en la vida diaria, en la que los protagonistas de las primeras planas de diarios, programas televisivos y radiales siempre son los “grandes personajes” mientras que, por ejemplo, detrás de una industria como la del cine, hay personas que trabajan aun más que las mismas estrellas y nunca se sabe nada de ellas, de personas como Carlota. Así, Sanín le da cabida a estos personajes que nadie ve ni conoce pero se sabe que están allí. Ella le da la preponderancia en la primera página del Mundo.

Esta novela, además, me suscita una serie de recuerdos sobre películas que a veces por casualidad he llegado a ver, pero me parece que Sanín emplea una temática similar, o ¿será que así lo quiero ver desde mi subjetividad? El hecho es que en el recorrido por esta laberíntica novela aparecen imágenes que se asemejan de gran manera con algunas películas como la protagonizada por Jim Carrey, The Truman Show, en donde el actor norteamericano encarna a Truman Burbank, quien protagoniza, sin saber, una especie de Reality que la industria televisiva ha creado para él, pues “El Truman Show es eso, la historia íntegra, en tiempo real, de su vida. También es la más faraónica producción jamás emprendida por un medio audiovisual: miles de cámaras, un gigantesco set de filmación –eso es Seahaven, la isla en la que vive Truman– con actores principales, secundarios e innumerables extras” [7]. Nada muy diferente de lo que pasa con Carlota y su historia con Julio, además de la del hombre que estaba haciendo un perro, pues Los Mundos, o sea los medios, se ocupan prácticamente de la vida de todos los que conocen y no conocen a Carlota, es decir, Los Mundos lo saben todo y es dentro de ese celuloide en que ocurre la historia, en la que el lector, fácilmente, se puede poner en posición de observador de la historia como desde el panóptico, desde donde se ve todo el show montado por la industria televisiva. Eso por un lado. Por otro, la estructura narrativa se puede asemejar con la de las películas “Amores Perros” o “Corre, Lola, Corre”, en la que se cuentan sucesos particulares de las personas implicadas en un hecho común, en el caso de la película mexicana, de la colisión entre dos carros [8]. Se usan unas anacronías narrativas y unas secuencias “ilógicas” que vuelven al lector loco, y esa es la magia de los libros, seducir, volver locos a sus lectores.

Otra película que llega a mi cabeza mientras leía el libro es la película del conocidísimo Lars Von Trier “Idioterne” o en su traducción: “Los Idiotas”, en la que el mundo es idiota y lo único real, por tanto, es hacerse cargo de la idiotez y llevarla hasta sus últimas consecuencias, según Guillermo Ravaschino [9] Se parece mucho en la parte del libro en que varios personajes extraños son secuestrados por Los Mundos en el apartamento de Julio, so pretexto de sacarles algo de información acerca del hombre que estaba haciendo un perro. Como consecuencia de este encierro, los personajes se envuelven en una departición sexual, mejor llamada, orgía. Esto mismo sucede en la película de Von Trier al celebrar el cumpleaños de uno de los protagonistas, en la que el cambio de parejas y las imágenes sexuales son predominantes, como probablemente sucedió en el apartamento desolado de Julio.

Para constatar lo dicho hasta ahora sobre Todo en otra parte y la relación que, a mi parecer, existe entre la historia y los medios de comunicación, tomaré diferentes citas del libro, que hablan por sí solas respecto del tema mencionado.

Toda la odisea que se desarrolla en el libro se da por dos factores como son: la existencia de un hombre que está haciendo un perro y al mismo tiempo, la separación de Carlota y Julio, por lo que se plantea un juego entre ellos, juego en el que ella saldrá de viaje alrededor del mundo y cada dos meses volverá a la ciudad para quedarse por dos días en los que robará y dejará un regalo a Julio. Respecto de la separación de ellos, en el libro, página 33, Carlota le propone a Julio que se separen “porque lo leí en Los Mundos”, dice ella. Clara presencia de los medios sobre la vida de los habitantes de la ciudad.

Otra de las cosas por rescatar respecto a Los Mundos es que algunos de los personajes tienen empleo allí, como el caso de Rita, quien es secretaria de Los Mundos; así como Julio, en su momento, quien comienza a escribir la letra de una canción para Los Mundos:

“Julio dijo que tendría que dedicar sábado y domingo a escribir la letra de una canción. El lunes debía entregársela al compositor que había escrito la música. El martes los dos irían a ofrecerle a Los Mundos la canción completa, para que Los Mundos la incluyera en uno de los discos que distribuiría con el periódico los miércoles” (p. 56).

Otro ejemplo de ello, de todo lo que se entrometen los medios de comunicación en la vida de los personajes de la novela, se presenta en la página 44, siendo aún el capítulo dos y Carlota sosteniendo una conversación con Luis: “Cuando cesó el ruido de la ducha, conté desde el otro lado de la puerta que acababa de llamar a Los Mundos. –La secretaria que contestó el teléfono me dijo que Julio debía estar <>” [10].

También se ve la omnipotencia de los medios de comunicación en la página 45, cuando Luis confirma que hay una sede de Los Mundos en Nueva York. Este mismo personaje, Luis, pretende montar un restaurante al que le caben veinte personas o comensales y “Luis confiaba que se llenaría cuando apareciera criticado en Los Mundos” (p. 51).

En una conversación entre Carlota y una azafata que trabajaba para Luis en el restaurante mencionado, esta reconoce a Carlota porque “había leído en Los Mundos el artículo que hablaba del final de mi historia con Julio”, dice la protagonista, pues ella apareció en “la foto de la página central” del diario (p. 52). Siguiendo con la conversación, hablan ahora de los viajes que ha realizado Carlota, diciéndole la azafata que pudiera que ella hubiera entendido mal, pero en Los Mundos decía que debería haber ido a Roma y no a París (p. 53). La situación de Carlota era tan cruel que, haciendo una metáfora plantea, por debajo de cuerda, el carácter que tiene le diario de la ciudad, en el que no se ocupan de otras noticias, seguramente más importantes que la odisea que ella vivía, ya que hasta “… la guerra que no salía en Los mundos era peor que estar sin Julio” (p. 53).

Insisto en las imágenes que me sugiere la novela y una relación, de alguna manera directa, con la película protagonizada por Jim Carrey, The Truman Show, pues en ella, como se dijo anteriormente, hay una farsa montada a partir del personaje, de igual forma que al parecer sucede con Carlota, pues en el diario la única protagonista de las noticias es Carlota; por ejemplo, en la página 66, mientras Julio y Alvira “leen” [11] el periódico y dice Julio: “—¿Quieres que siga leyendo el periódico? ¿Te leo la página de arte? Habla de las obras que Carlota conoció en Francia. Dizque vio en un vitral las figuras de tres decapitados que cargaban sus cabezas” (p.66).

Pero es en los capítulos 4 y 5 en los que se desarrolla aun más la temática que atraviesa este texto, y donde hay más presencia de los medios de comunicación en la vida de los personajes de la novela, como en el inicio del cuarto capítulo:

“Finalmente Los Mundos se dio por enterado que había un hombre que estaba haciendo un perro. Pudo haberlo sabido por Luis, que se lo había oído a Felicia y frecuentaba el periódico para concretar el negocio de la canción de circo. Pudo haberlo sabido por Rubén, que lo sabía por su hermana y trabajaba como repartidor de diarios. Habría podido enterarse por Julio, a quien se lo habíamos dicho Alvira y yo. Pero se enteró por mí. Por una llamada de larga distancia que hice desde mi segundo destino. (…) Le pregunté si Los Mundos no conocía noticias más relevantes que las de mis idas y venidas. Cómo podía ser que la gente comprara la prensa para aprender que yo me había duchado con Felicia, que Julio había salido de paseo con un amigo extranjero, que yo comía pasta en vez de pollo y que en mi comedor había una lámpara de prismas. Para qué servía hablar tanto de mí” (p.81).

Igual que Julio y Luis, quienes hacían la canción para Los Mundos, además de Rita, quien consiguió empleo como secretaria, hasta la misma Carlota se comprometió con Los Mundos a escribir detalladamente la historia del hombre que estaba haciendo un perro o alguno que otro apartado que no se supiera, de su relación con Julio. Por lo que dice: “Y me comprometí a trabajar para Los Mundos. Pero sucedió que, durante el vuelo que me traía de vuelta de mi segundo destino, antes de ponerme a escribir por vez primera, abrí el periódico. Describía con mentiras lo que Julio y yo habíamos hecho por separado durante los últimos dos meses” (p.82). Y siguiendo con la función de escritora del diario, y hablando con Rita sobre el material para escribir, ella le dice que “—ya alguna vez has contado incidentes de su vida sin haberlos presenciado –objetó Rita–, aunque no nos los hayas contado a nosotros” (p.83). Y aconsejándole sobre lo que puede ser material para escritura en el periódico, la autora, a través de Rita, deja ver hasta dónde pueden llegar lo medios de comunicación en su afán por conseguir una noticia, cuando le dice que “—Para asegurarte de obtener una noticia –añadió– debes hacer que a Julio le pase algo. Prepárale un evento” (p.83), embarcándose así en la actividad periodística, implicando de esta manera a otro(a) de los personajes, Susana, quienes preparan un acto de espionaje para lograr una noticia, sobre lo que se convertiría en la primicia y el proyecto bandera de Los Mundos, que era saber quién era el hombre que estaba haciendo un perro.

Hasta en el futuro se encuentra la presencia de los medios, pues se habla que Calixto, ayudante de Carlota en el viejo cine, se casará con Flora, de quien escriben “Los Mundos tiene una historia de amor para el futuro” [12].

Este medio de comunicación, cuyo nombre no compromete a ninguno pero los encierra a todos, tiene hasta una parte infantil, llamada Los Mundos para niños (p.104), de igual manera que un programa radial, como es Radio Los Mundos en el que Castor y Vivar entrevistarían en vivo y en directo a Carlota, en el inicio del capítulo 5. Esto se puede asemejar a la novísima llegada de los reality a la vida de las personas, haciendo de la vida de otro, en este caso de Carlota, un correrío de chismes públicos, como sucede en casi, sino en toda la novela. Esta similitud con los Reality se mantiene en todo el capítulo mencionado, y quizá Sanín Paz, quiere dar a entender ello al proponer un “secuestro” que lleva a cabo Los Mundos, so pretexto de su baja en el público lector y de explotar la noticia que era una veta de información: Investigar quién es el hombre que está haciendo un perro, pues

“Los Mundos se obstinó en ocuparse del tema y como no tenía nada que decir acerca del hombre, nada aparte de que estaba haciendo un perro, decidió publicar un anuncio a quienes hubieran oído hablar de él (…) –Acudieron Luis, Felicia, Daria, Pedro y Julio, pensando que se les invitaba a conocer el perro. Otros aludidos no fueron, quizá porque olieron la trampa” (p. 121).

Quedando así atrapados en el apartamento de Carlota y encerrados con la complicidad de Rita, secretaria de Los Mundos. Esto refuerza lo dicho anteriormente respecto a que los medios, para llegar a la noticia, hacen lo que sea, hasta engañar a la gente y especular con ellos bajo la finalidad de obtener el beneficio esperado, ya que “El periódico creyó que ocultaban datos más significativos, y para hacer que desembucharan los llevó a tu apartamento en una furgoneta y allí los encerró sin periódicos, sin radio y sin televisión” (p.121), como si ello fuera lo más importante para un ser humano. Todo esto porque “La idea era que tu casa, poblada de tus cosas, les trajera a la memoria algo del hombre que estaba haciendo un perro” (p.121). En este apartamento suceden cosas que sólo al estilo de la autora se le ocurren, además, con un tinte de desesperación por parte de los personajes quienes resultan teniendo relaciones sexuales unos con otros, como en el ejemplo expuesto arriba con la película de Lars Von Trier.

Otra gran referencia que la autora hace hacia los medios de comunicación y que está muy ligada a la construcción de las noticias es cuando Miguel Castor le va a hacer la entrevista a Carlota en el Minibar, mencionando, ¡en vivo y en directo!, que Carlota se acerca, mientras ella está muy lejos del lugar y sabe que si no llega pronto “me van a cambiar por cualquiera que se haga pasar por mí”, dice a Alvira (p. 131). Esa farsa de los medios llega a su punto más alto de ironía cuando Castor menciona diferentes llamadas que hace el “público” para preguntarle a Carlota sobre cualquier cosa, si no hay nadie llamando y ni siquiera pendiente de lo que pasa, dándole rienda suelta al chisme. Se ve que las preguntas que se hacen no son las de un supuesto público, sino las que a Los Mundos le interesa. Todo esto con el fin de desviar la atención del publico sobre la “noticia bomba”, la del hombre que estaba haciendo un perro (pp. 137-139). Los votos son otro modo de implicar a la gente a los medios de comunicación, tal vez vendiendo una falsa idea de democracia. El hecho es que en la entrevista que Castor le hace a Carlota tiene de por medio una votación en la que los habitantes de la ciudad, por medio de un voto, “deciden” si Carlota es culpable o inocente del saqueo en el apartamento de Julio; nada diferente de la estructura de un Reality show.
La omnipresencia de los medios o Los Mundos se ve de nuevo, en la página 147, cuando Los Mundos transmitía “por triplicado cuando Daria corregía, con el fin de que se grabara en la memoria de los radioescuchas que anhelaban un diploma de español” (147), en una conversación común y corriente entre Daria y Bob, que Los Mundos aprovechó para el curso de lenguas a distancia.

De esta manera, el texto hace muy explícita la presencia de los medios en la vida de sus personajes, terminando el capítulo 5 y siguiendo el 6 y 7, en los que esta presencia ya no es tan explícita, ni siquiera en el séptimo, en el que Carlota llega a Rusia, el país más grande del mundo y del que no conocía sino una parte, por lo que estaba viendo frustrada la idea de recorrer todo el mundo. Allí, en el país más grande del mundo, específicamente en la calle Dubrovka [13], estaba el viejo cine en el que ella había trabajado, estaba reformado. En este teatro se describe de una manera casi minuciosa, pero ficcional, lo que fue la toma al teatro en donde el texto mismo le hace sentir al lector la tensión que se muy seguramente se vivió en el lugar.

En el capítulo 8, a punto de acabarse la novela, otro narrador es quien toma las riendas de la situación, pues ahora es él quien narra lo que sucede con ella y no ella misma, que lo hacía en una silla, recibiendo el calor de La Habana, que le ablandaba los huesos. Carlota ya ha envejecido, pero contaba la historia de su desamor con Julio como si fuera una mujer joven, pero quién no rejuvenece un poco al hablar del amor de su vida. Pero también, la vieja y olvidada Carlota, esa “vieja seca y rara” [14] fue olvidada por el periódico, por el programa radial, por la radionovela, por los programas de televisión, fue olvidada por Los Mundos, y le dice a Vicente:

“Los Mundos me fue dejando atrás. Durante las últimas dos etapas de mi viaje, apenas se me mencionó en los noticieros. Los pocos lectores del periódico que me recordaban tenían que buscarme en la página de pasatiempos, en la sopa de letras, y ni siquiera entonces encontraban mi nombre sino una palabra que podía evocarme. Hace un mes y medio, cuando salí de Rusia y suspendí la vuelta al mundo, Los Mundos dejó de hablar de mí definitivamente.” (pp. 222-223).

La extinción de Carlota para Los Mundos y, a su vez, de este medio de comunicación, se da cuando sale la última edición de Los Mundos, antes de extinguirse. Esta edición salió como una especie de álbum, como un libro que se titulaba Complemento de Los Mundos [15] en el que se le dedica una página de la segunda parte a cada uno de los personajes de la novela, mientras en la primera parte el complemento se ocupó del hombre que estaba haciendo un perro. El fin de Los Mundos se debió también a Carlota pues financió todo su viaje alrededor del mundo “(…) el periódico había vaciado sus arcas para financiar el viaje alrededor del mundo y armar con él las historias que luego había publicado por entregas” (228) [16].

Así termina la novela en la que los medios de comunicación, según este escrito y el recorrido hecho en este, sobre aquella. Con la lectura de un Complemento de la historia de Carlota, quien terminó postrada en un cuarto en La Habana, Cuba, que compartía, además de Vicente, el lector del complemento, con cien personas más. Esto daba fin a la historia de Los Mundos, de quienes los padres de Rita pensaban que “no era ni más ni menos que la mafia”(231), pero quizá esperando la continuación del complemento de Los Mundos con una aparición de Vicente, pues finalmente toda la publicación de la historia de Julio y Carlota no fue más que la constitución de una historia de las personas que habrían tenido alguna relación con Carlota.





NOTAS

[1] Extractado de la entrevista que el 3 de Abril de 2005 le realiza la Revista de Libros Pie de pagina en su tercer número a la autora del libro. Publicación hecha por Internet en http://www.piedepagina.com/numero3/index.htm

[2] DELEUZE, Gilles. Diálogos. Traducción de José Vázquez. Valencia, Pre-textos, 1980. pp. 8-9. Citado por Torres Guerrero, Andrés Octavio en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/csanin.html

[3] En: http://www.elespectador.com/2005-04-24/contenido_MI-2581.htm

[4] En: http://www.elespectador.com/historico/2005-04-24/contenido_MI-2581.htm

[5] Concepto trabajado en el libro “Homo Videns. La sociedad Teledirigida”, de Giovanni Sartori Ed. Taurus 1998.

[6] Aclaro que la cursiva al referirse al nombre del diario Los Mundos es propia del texto. Este fragmento es sustraído de: SANÍN PAZ, Carolina. Todo en otra parte. Bogotá, Planeta, 2005. p. 46.

[7] Tomado de: http://www.cineismo.com/criticas/the%20truman%20show.htm

[8] Vale mencionar que en esta película hay una presencia importante del perro (animal) pues cada uno de los implicados tiene uno o al menos algo que ver con uno.

[9] Tomado de: http://www.cineismo.com/criticas/idiotas,_los.htm

[10] La cursiva y las comillas << >> son del original

[11] La palabra leen se encuentra en comillas para dar a entender la relatividad de ello, pues Alvira no sabe leer.

[12] Las comillas << >> son del original

[13] Dubrovka es el nombre del Teatro que los separatistas chechenos tomaron, reclamando la independencia de su país, que se ve sometido al yugo del ejército Ruso, quienes, utilizando un mortífero gas, mataron a cerca de un centenar de personas, entre captores y rehenes que murieron por intoxicación de gases como señala el diario El Nuevo Mundo de Nicaragua en la página Web en donde cayó el líder de los chehchenos Movsar Barayev:
http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2002/octubre/27-octubre%202002/nacional/nacional6.html en el que se señala la posición de V. Putin, presidente de dicho país, al señalar <> Pero vale preguntarse qué es verdaderamente inhumano, matar a personas inocentes para mantener el yugo sobre un país o hubiera sido mejor negociar. Es quizá por este dilema que la autora toma este apartado de la vida, sea la de Carlota o la de ella misma, para señalar el discurso que manejan los gobiernos para validar una acción que merece todo el repudio del mundo. ¿Quiénes son los verdaderos terroristas?

[14] De esta manera es que se refiere Vicente, quien acompaña a Carlota en La Habana, mientras ella le cuenta las historias de amor y desamor de un ser que parece ahistórico.

[15] La cursiva en Complemento es del original (p. 223).

[16] En todo el texto hay mención a la publicación de las diferentes historias por medio de los folletines o publicaciones seriadas o como se menciona en la pagina citada, por entregas.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

EX NIHILO NIHIL FIT


JONATHAN ANDRÉ ARIAS LÓPEZ
caos@colombia.com
UNIVERSIDAD DISTRITAL



Todo ha sido ya dicho, pero como nadie escucha,
hay que volver a empezar.
André Gide citado por Cortázar.

No te permitiré que me digas o que pienses
que haya podido venir del no-ser.
Parménides.



No sabremos si Homero pensaría que algún día los versos de su Odisea se convertirían en palabras moribundas entre libros que ya no son sacros, acaso su abnegada inspiración en una musa ya no pervierte a sus sucesores, o será que la desventura del tiempo y de la costumbre han cambiado la sensibilidad del poeta. Según Octavio Paz, "cada poeta y cada época tienen su propio ritmo respiratorio, porque el ritmo, más que medida, es visión del mundo" [1]. Homero veía a su musa desnudar los más pérfidos secretos de seres míticos, pero, siempre su “noche del alma” terminaba siendo un espejo oculto de su propia quimera del orbe.

El cuerpo de una mujer nos permite transportarnos a mundos imaginables, a situaciones ridículas y, a existencias solubles; así, también, la literatura nos permite hacer viajes a lugares recónditos, a países muy lejanos donde somos felices o infelices para siempre. Ella (la literatura) no tiene reglas, ni barreras que la detengan, aunque, otros la intenten capturar bajo un acervo de reglas efímeras para poseerla (tal vez desean poseerla como creen que poseen el cuerpo de una mujer), acaso soñaran enrolándola en un servicio militar donde ella no puede romper las filas. Y ellos la tengan bajo su merced. Pierden su tiempo; acaso no saben que “En primer lugar, no hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a un género tan poco encasillable; en segundo lugar, los teóricos y los críticos no tienen por qué ser los cuentistas mismos, y es natural que aquellos sólo entren en escena cuando exista ya un acervo, un acopio de literatura que permita indagar y esclarecer su desarrollo y sus cualidades” [2].

Ahora bien, en la creación de un texto literario se encuentra implícita la necesidad del autor de transmitir su “visión del mundo”, y la literatura es el vehículo idóneo que lo conduce a contarla; ningún escritor escapa a ello, como ninguno escapa a sus demonios; por ello, no confío cuando Carolina Sanín, dice, en una entrevista sobre su personaje “del hombre que estaba haciendo un perro”, de la siguiente manera: “Más que un personaje es sólo una frase. El que exista esa frase no quiere decir que eso sea verdad. Yo sólo quise decir con eso que el lenguaje, o el simple hecho de decir algo, no apunta a que haya una verdad detrás” [3].

Y no olvidemos que, en otro apartado de la misma revista, le atribuye el nacimiento de su personaje a un sueño (que nació de otro escritor, Juan Tafur, un amigo que vive en Barcelona y quien me contó que había soñado que yo escribía una novela donde un hombre hacía un perro)” [4]; no obstante, su inconsciente la engaña (o sus demonios le reclaman) ya que en otro apartado convoca la siguiente frase “En algún momento del libro, intento darle una explicación lógica a ese aparente absurdo” [5], y yo sigo preguntándome “es” o no “es” un aparente absurdo; si es un “absurdo”, este personaje es una equivocación; si no lo “es”, ella se contradice, de boca para afuera, (cuando afirma que “es” solo una frase) pero, si no lo “es”, en esta frase (a ese aparente absurdo) no nos daría a entender que sus demonios le reclaman la redención de este personaje.

Comenzaré por decir que a eso que ella nombra como una “frase” antes que “nada”, ésta (la frase) es un símbolo, que está en un código el cual es parte de un lenguaje, y es un símbolo ya que “no es nada” y transmite (expresa) una porción que ha quedado anclada en el espíritu de aquel que la escribió; y “Desde que conozco mejor el cuerpo, - dijo Zaratustra a uno de sus discípulos - el espíritu no es ya para mí más que un modo de expresarse; y todo lo ‘imperecedero’ - es también sólo un símbolo” [6].

Pero aparte del sueño, ¿por qué crea una narración donde un personaje creaba un perro? , “acaso necesidad”. El hombre inventor del perro necesitaba el perro para darle el hueso: “-Un día quiso hacer una sopa, y metió en agua caliente una pata de perdiz. Al día siguiente se comió la carne de la pata. Al otro día hizo un caldo con el hueso. Al día siguiente, se dio cuenta de que el hueso ya no podía untar el agua. No tenía nada que hacer con él, así que decidió hacer un perro para dárselo. Pero no ponga esa cara. Parece como si no entendiera lo que digo” [7]. Pero Sanín necesitaba al hombre del perro para construir su Máquina (más adelante aclararé el término), como necesitó las letras para que el viaje no le fuese tan largo y así pudiese hallar, como el poeta que encuentra las palabras adecuadas para su elegía, el engranaje para movilizar correctamente la escritura en su novela.

“Para que el viaje se me hiciera más corto, busqué las letras del nombre de Julio en las vallas que iban apareciendo por el camino. Tenía que encontrar las letras en el orden con que formaban el nombre. No valía encontrar dos en una misma valla, y si dejábamos atrás una cuadra sin que hubiera encontrado en ella la letra que necesitaba, tenía que volver a empezar la búsqueda desde la jota. Entre el nombre y el apellido de Julio dejé pasar cien metros sin buscar ninguna letra, para que sirvieran como espacio” [8].

“Junto a la caja registradora de la librería, un distribuidor preguntó a gritos si al perro hecho habría que darle de comer” [9]. Yo me pregunté lo mismo, pero, acaso el alimento no se lo darán los receptores del perro o no lo han dado ya otros que han escrito sobre él; alguna vez escuché que el diccionario es el cementerio de las palabras, ya que éstas no tienen quien las alimente o quien se preocupe por ellas, así que están allí enterradas, muertas y sólo las visitan a veces. Pero a una cuestión tan metafísica como la de un hombre que hace un perro, ya otros le han dado el alimento (escribiendo sobre él, nombrándolo, discutiéndolo...), para que sea nombrado y tenga vida, y así no se convierta en un absurdo escrito en un libro, el cual será guardado en algún anaquel con su respectivo referente bibliográfico, sino en alguien que “es” un símbolo expreso del espíritu de aquel que lo nombró, y se transformó en una persona que a su vez alimenta su propia creación, a su perro, (sí sé que parece un delirio, y también sé que el hombre nunca hizo al perro ya que él, como Pierre Menard, no quería componer otro Quijote -lo cual es fácil-, sino El Quijote) ya que un sueño alimenta un sueño (no olvidemos “Las ruinas circulares”, de Borges).

Bueno, pero ahora, preguntemos, por qué no es sólo una frase, ella dice: “El único compromiso es con la escritura. Éste es un texto sobre la escritura y la oralidad, la textura de los discursos y los rumores, pero también sobre el lenguaje y sus paradojas” [10]. En esta locución hay dos palabras interesantes; la primera: es el “lenguaje”, que ella utiliza para “hundir o enterrar” a la frase “El hombre que hace un perro”. “Es una frase, antes que nada.” Si “hundirla o enterrarla” en un oasis de arenas movedizas como el óleo del “Perro enterrado en la arena” de Goya (que es la imagen que hace parte de la portada del libro). La segunda palabra es “paradojas”; acaso cuando al lenguaje le atribuimos la cualidad de tener paradojas no le atribuimos la característica de Ser; por otra parte, al perro “del hombre que quiere hacer un perro” se la atribuyen “paradojas” metafísicas como “Vivir”, “Muerte”, “Movimiento”... “En lugar de explicarse, la manicurista confesó que para ella hacer el perro no significaba otra cosa que hacer el papel de perro. Pero por si acaso significaba más, preguntó si el perro que el hombre estaba haciendo era una bestia que no se movía. La dueña del salón entendió moría en lugar de movía, y levantó las manos a medio barnizar, para gesticular y pedir que le dijeran cómo podía morirse un animal hecho por el hombre” [11]. Las cuales aluden que el inventor del perro le atribuirá el Ser, y una existencia la cual no es igual que la de un perro común “-Algunos aseguran haber visto los dos perros —dijo para disimular su confusión—: el que vivía aquí con el ciego y el que se está haciendo allá detrás del patio. Juran que no se parecen en nada el uno al otro. Yo pregunto: ¿Por qué habían de parecerse?” [12].

No olvidemos un principio metafísico Ex nihilo nihil fit (nada procede de la nada), “la existencia del ser. Muchos indicios que ella nos muestra permiten afirmar que el ser es increado e imperecedero, puesto que posee todos sus miembros, es inmóvil y no conoce fin. No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad uno y continuo. Porque, en efecto, ¿qué origen podrías buscarle?, ¿de dónde vendría su crecimiento? No te permitiré que me digas o que pienses que haya podido venir del no-ser, porque no puede decir ni pensar que el no ser sea. ¿qué necesidad pues lo habría hecho surgir? [13] Si el “hombre que quiere hacer un perro” le ofrece a éste el Ser, le ofrece la cualidad de ser increado (porque no procede de la nada, procede de algo, así este algo sea un sueño) e imperecedero (ya que “otros” lo alimentan para que este se desarrolle y no muere por su inmovilidad literaria); así mismo de ser inmóvil (ya que sólo existe en la inmovilidad de la escritura) ya que no ha sido nada ni lo será porque ya Es; además, la autora ya le ha dado a través de las palabras existencia “Más que un personaje es sólo una frase. El que exista esa frase...” [14].

Al terminar la cita de Parménides, él hace una interrogación para preguntarnos por qué nace el Ser “¿qué necesidad pues lo habría hecho surgir?”[15]. La respuesta está en la misma interrogación: “la necesidad”; de igual manera, el personaje nace no del capricho de cumplirle un sueño a un amigo sino de la necesidad de Sanín de construir su máquina: “No me impondría el desafío de crear un organismo, sino la tarea más dócil de inventar una máquina. Animaría una estructura y escogería una serie de operaciones que pudieran tener lugar dentro de ella, para que a través de ella corriera el tiempo. De afuera hacia adentro, el primer resultado sería el registro de una experiencia literaria, el conjunto de los rastros de la técnica que yo hubiera empleado para mantenerme fiel a cierto realismo radical del pensamiento, de mi pensamiento” [16].

Cuál es la máquina que crea Sanín; no es acaso la escritura:

“El único compromiso es con la escritura. Éste es un texto sobre la escritura y la oralidad, la textura de los discursos y los rumores, pero también sobre el lenguaje y sus paradojas [17].
“En Todo en otra parte las frases tienen un ritmo, tienen casi las sílabas contadas, y las palabras están ahí por lo que son, como objetos decorativos de enorme belleza más que por lo que significan” [18].
Me parece que todas las situaciones de la historia son cotidianas. Digamos que en ella hay un realismo del pensamiento y no de los sentimientos [19].

Y acaso su máquina le permitió desarrollar su propia novela (en la cual está implícita su visión del mudo y sus demonios), la cual la dotó de ser diosa en su propio mundo, y así le permite manejar el tiempo al antojo de su pensamiento, las acciones de sus personajes a su voluntad y el destino como una parca matriarcal (obviamente una musa con poderes de parca). Entonces, por qué la autora se atreve a decir que el hombre que hace un perro “Más que un personaje es sólo una frase”, acaso él no es el engranaje de tracción de su máquina literaria.
NOTAS

[1] Consultar el artículo sobre el verso libre. © 1993 – 2003. Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
[2] Conversaciones con Cortazar.
[3] Revista Cambio.com marzo 9, de 2005. “Quiero que el lector baje la guardia”.
[4] Revista Cambio.com marzo 9, de 2005. “Quiero que el lector baje la guardia”.
[5] Revista Cambio.com marzo 9, de 2005. “Quiero que el lector baje la guardia”.
[6] NIETZCHE, f. “De los Poetas”. En: “Así hablo Zarathustra”. Biblioteca Contemporánea.
[7] SANÍN PAZ, Carolina. “Todo en otra parte”.
[8] SANÍN PAZ, Carolina. “Todo en otra parte”.
[9] SANÍN PAZ, Carolina. “Todo en otra parte”.
[10] Como su misma autora -Carolina Sanín- lo dice, 'Todo en otra parte' es una novela de lo absurdo. En: EL TIEMPO.COM Bogotá, Marzo 12 de 2005.
[11] SANÍN PAZ, Carolina. Todo en otra parte.
[12] SANÍN PAZ, Carolina. Todo en otra parte.
[13] Parménides, Zenon, Melizo, Fragmentos, edición Aguilar. 1983 p. 52
[14] Como su misma autora -Carolina Sanín- lo dice, 'Todo en otra parte' es una novela de lo absurdo. En: EL TIEMPO.COM Bogotá, Marzo 12 de 2005.
[15] Parménides, Zenon, Melizo, Fragmentos, edición Aguilar. 1983 p. 52
[16] SANÍN PAZ, Carolina. Haber escrito Todo en otra parte. En: Piedepágina. Nº 3. Bogotá, Editorial Preprensa Zetta Comunicadores, 2005. p. 53.
[17] Como su misma autora -Carolina Sanín- lo dice, 'Todo en otra parte' es una novela de lo absurdo. En: EL TIEMPO.COM Bogotá, Marzo 12 de 2005.http://eltiempo.terra.com.co/proyectos_2004/ferialibro2004/ferialibro_nove/novedades2005/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2008406.html
[18] “Escribo sólo por escribir”.http://www.elespectador.com/historico/2005-04-24/contenido_MI-2581.htm
[19] Revista Cambio.com marzo 9, de 2005. “Quiero que el lector baje la guardia”.
[20] Revista Cambio.com marzo 9, de 2005. “Quiero que el lector baje la guardia”. SANÍN PAZ, Carolina. Haber escrito Todo en otra parte. En: Piedepágina. Nº 3. Bogotá, Editorial Preprensa Zetta Comunicadores, 2005. p. 53.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.








viernes, 1 de diciembre de 2006

OTRO JAQUE A LA RACIONALIDAD


DIEGO ANDRÉS PACHECO
UNIVERSIDAD DISTRITAL


La forma y todos los recuerdos o archivos preconceptuales mediante los cuales nos acercamos a la obra de arte, definitivamente definen lo que podría significar o “no significar” dicha experiencia estética. Deseo aclarar que no pretendo discutir si la interpretación “es o no” un intercambio de apreciaciones provenientes de la intención y la manipulación del artista con aquellas “dichas” condiciones que ofrece el supuesto espectador, o simplemente sujeto – sujeto a la experiencia. Frente a este tema, en “Todo en otra parte”, haciendo un esfuerzo fantasioso se encuentra un fragmento que puede colaborar o enredar esta apreciación –aunque éste no sea el tema central de la reflexión-: “Después de la página central, había leído la sección de viajes. El periódico contaba que yo estaba dándole la vuelta al mundo por etapas, y que pasaba dos meses en cada destino. El cronista sugería que en Roma, en Alepo, Isfahán, en Nashville y en Córdoba” [1]. Si en el “juego” se asume que un personaje está reflexionando acerca de lo que el autor que está describiendo su viaje piensa que debía haber hecho, y efectivamente esta versión difiere de la que ha sucedido, podemos inferir que realmente el juego se puede interpretar como una ilusión de la autonomía de la creación artística frente al deseo compositivo del autor. Obviamente, este fragmento tendría que ser adoptado como un enunciado con un sentido metafórico, haciendo una referencia al ejercicio de la interpretación.

Para tratar de aclarar o, en el mejor de los casos, de ofrecer una gama de argumentos complejizadores de la idea de que el arte no sólo tiene una función –reduccionismo- de alimentar ese ego pseudoilustrado, por medio del denominado “goce estético” –noción que tristemente todavía es difundida en los espacios académicos que están al servicio de la discusión sobre el arte y la literatura-, sino que el arte puede ofrecer la posibilidad de convertirse en un ejercicio de meta-reflexión y , en sí, de reflexión posible en muchos niveles de la experiencia humana, quisiera inicialmente enunciar un ejemplo que pone a disposición Hernando Barragán refiriéndose a la forma literaria, propia de los medios digitales, poseedora de un código particular, vulnerable a una mutación simbólica, expuesta en diferentes formas de manifestación artística: “Los virus de computador pueden ser vistos como una forma crítica de “software art”, porque ellos hacen que los denominados usuarios noten que el código digital es virulento. El software de computadoras no es simplemente una herramienta. Cada programa que pretenda ser una herramienta... Usted espera que “save” guarde su archivo y no lo borre. La sensación de entender y controlar lo que el software hace en la máquina puede hacerse solamente con la confianza en el programador” [2]. No sé si se entienda claramente que el lenguaje de programación no sólo puede ser adaptado como la herramienta que utilizamos casi con un espíritu de autómata, sino que también puede ser una visualización de lo que es, en un código lingüístico; en este caso, a partir de una alteración anómala. Esta es sólo una muestra de que esta discusión está siendo llevada a sus más extremos niveles, gracias a la irrupción de muchas alternativas dentro del arte contemporáneo. Un ejemplo más crítico se puede experimentar al revisar el documental, o cortometraje, llamado “Dellusions of modern primitivism”, en el cual se hace seguimiento de un personaje que decide que la forma más efectiva de hacer arte con su cuerpo, o el siguiente paso después del tatuaje, es recibir un disparo. En este caso se puede decir que se transita en los límites de la idea de que el arte debe volver a reivindicar al cuerpo como materia viva de su expresión, y no vamos a tocar todas las implicaciones éticas y morales a las cuales nos puede encauzar este ejemplo. A partir de pobres ejemplos puedo llegar a la materia prima que me permite recopilar un grupo de ideas, realmente generadas por la experiencia provocada al tener contacto con obras –en este caso, literarias- que, a partir de lo argumentado con anterioridad, son una evidencia de que Occidente ha constituido todo un imaginario gigantesco de lo que es la realidad, no sólo a partir de la legitimación que le ha podido otorgar el dogma practicado desde una especie de inconsciente colectivo, instituido diariamente como un gran espíritu autista, por la seguridad inquebrantable que nos ha ofrecido la “ciencia oficial”, sino, además, gracias a la eficacia de diversos procesos de invisibilización de todo el acervo de dinámicas que se pueden constituir como formas de conocimiento o certezas culturales, no sólo “afuera” de la cultura occidental, sino dentro de ella misma. Dentro de este bolo literario quisiera ubicar a “Todo en otra parte”, y no sólo dentro de una lista, sino como provocador de algún tipo de discusión.

Sería medianamente agradable pensar que este tipo de experiencias suelen lograr o, a veces, pretenden lograr, vivenciar o, por lo menos, observar desde cualquier tipo de óptica esos pliegues de la realidad que nos separan con lo que está afuera, o con lo que podemos llamar el “afuera”: “La primera aventura peligrosa es, pues, con la muerte. Si al escapar del poder no se encuentra el pliegue de la subjetivación sino “la absoluta ausencia de ser”, el proceso puede conducir al hundimiento en la muerte o en la locura. Foucault ha dado de ello un gran ejemplo con Raymond Roussel. Los libros de Roussel buscan un lenguaje independiente de toda dirección, un lenguaje que no dé lugar a interpretaciones, que no sea la manifestación de un sujeto, que no presente ninguna significación preestablecida, que ofrezca en suma una “rigurosa ausencia de ser” [3]. Se podría intuir que el acto de lectura se está convirtiendo en este momento en un proceso de subjetivación, siempre y cuando se puedan descentrar un poco los elementos como el ego y los preconceptos normativos que direccionan, casi siempre, la lectura literaria. Tal vez ni siquiera los preconceptos normativos, sino, para ser más concretos: “la conciencia de la verdad y las certezas tal y como las conocemos”. También se podría hablar de elementos que hacen parte de móviles que logran demostrar que en el mundo se puede reivindicar legítimamente todo aquello que no hace parte de lo racional, o del campo de la racionalidad. Dentro de una discusión terminológica es posible plantear esta idea en un plano de “una racionalidad que se erige frente a otras racionalidades”, pero sería importante redefinir hasta qué punto se puede hablar de “otras racionalidades”, y si sería justo con una cantidad de formas de percibir, transitar, comprender, vivir el mundo, decir que hacen parte de este conjunto. Valdría la pena reflexionar sobre si ésta sería otra forma de invisibilizar su validez epistemológica a partir del mismo lenguaje de las ciencias humanas; y también valdría la pena reflexionar sobre la cabida en nuestras nociones de realidad de lo “irracional”, entendido esto como dinámicas que están afuera de los campos de cualquier tipo de razonamiento:

“La superstición es aquello de lo que no se puede rendir cuenta en una racionalidad que trata de borrar el resto o el regreso del espectro ¿verdad? De menospreciarlo. Por ende si no hubiese resto creo que no habría magia, superstición, etcétera. Por ende interesarse en el resto es intentar, justamente dar cuenta de fenómenos como los de la superstición, de la magia (...) Y creo que todos los fenómenos dichos (de su-) marginales, dichos de superstición, de magia, de brujería, de envidia, de celos, de hechicería, etcétera, tienen relación con este resto que de alguna forma excede la ontología, si le parece , que excede el pensamiento del ser, el pensamiento de la presencia, el pensamiento que determina el resto o como residuo o como substancia. Y naturalmente es sobre todo en “Glas” donde he intentado –de manera más sistemática que en textos tan breves- desplazar el pensamiento del resto. No desplazar para producir un pensamiento nuevo, sino ver lo que en él había escondido muy, muy antiguamente, o disimulado, oculto, reprimido (...) en lo que respecta al resto. (Vuelve a prender el cigarrito)” [4].

Cuando se habla de la imposibilidad de introducir –excluir- estos fenómenos en planos de la ontología, se está poniendo en discusión el problema del deseo de racionalización. No sobra aclarar que, para nuestro propósito se está incluyendo a la literatura dentro de este grupo de fenómenos, que tienen esa capacidad de poner en jaque el edificio en el cual hemos estado parados, llamado: racionalidad. Lo interesante es que a partir de la intención de intervenir en la obra, a partir de una lógica descentrada de los presupuestos propios de la racionalidad occidental, se pueden encontrar elementos que, ya en este momento, gracias a un proceso interpretativo inconsciente son invisibilizados. Estos elementos se vuelven invulnerables a algún tipo de desvirtuación facilista, si se tiene en cuenta que las lógicas mediante las cuales nos hemos acercado a la “realidad” y al mundo son producto de una creencia que sólo ha sido avalada por una fe ciega en la verdad. La verdad adquiere su carácter de “veracidad” mediante procesos de legitimación inducidos a lo largo de la historia, con el fin de instituir formas de pensamiento adaptables a los procesos de reproducción de las formas de poder aún existentes, transformadas pero existentes. El aparato ideológico que ha posibilitado este proceso a lo largo de la historia, que nos brinda esa seguridad, que superpone con un ego superior a cualquiera que no esté dentro de este circuito, es la ciencia. Entonces, se puede fácilmente afirmar que simplemente “creemos” en la ciencia, y en consecuencia en el comportamiento y en el pensamiento racional; por esto es posible comenzar a situar los procesos de interpretación de todas estas instituciones epistemológicas a partir de diferentes ópticas sin riesgo a ser pretenciosos: “Hay problemas que el saber no soluciona. Algún día llegaremos a entender que la ciencia no es sino una especie de variedad de la fantasía, una especialidad de la misma, con todas las ventajas y peligros que la especialidad comporta” [5]. El prólogo tomado por Jodorowsky de “El libro de ella” de Georg Groddeck, me lleva inevitablemente a la idea de mito, de cómo la ciencia ha ayudado a construir los mitos en los cuales creemos, apoyados en la base indestructible de la racionalidad, y si se piensa más a fondo en los rituales que invocamos en nombre de la ciencia. Si la respuesta no es clara, basta hacer una lectura analítica de un día común y corriente de cualquier persona o de cada uno de nosotros. La siguiente cita puede acercar a esta noción de ritual: El Eclesiastés dice: “Quien añade ciencia añade dolor”. Pero yo te digo, sólo quien conoce el dolor se acerca a la sabiduría. No puedo afirmarte que lo he logrado, no soy más que una estación en el camino de ese espíritu que viaja hacia el fin del tiempo” [6].

Retomando el camino discursivo propio de la novela en cuestión, es fácil recordar la condición previa que propone Lyotard de lo posmoderno. Se considera la idea de que la posmodernidad es una condición previa a la modernidad; esto podría ser entendido como la modernidad siendo una elaboración artificial del hombre, a causa de la necesidad de instaurar formas de poder que encajaran con su ideal y que pudieran desatornillar las instituciones de control que pudieran prevalecer en un momento histórico dado. Se puede ejercer una relación que, para este fin, está presente en “Todo en otra parte”, haciendo un giro terminológico y hablando en esta ocasión del sentido y del sin-sentido. En este caso se hablaría del sin-sentido como una condición previa al sentido; el sin-sentido hace parte del mundo y gracias a las experiencias en torno a las cuales ha girado la discusión, es loable argumentar que el sentido es una partícula lingüística que busca una necesidad o un afán de explicar el mundo, en otras palabras, de explicar el acontecimiento a raíz de la misma necesidad de legitimar una forma de racionalidad o la misma racionalidad. Una necesidad de atrapar o invisibilizar lo que no está al alcance de su comprensión, es decir el mundo:

“- Pues no –dijo Daria como quien chasquea con la lengua-. Al preferir a Luis Pedro abandonó a Felicia, que está esperando un niño. El padre puede ser Julio o Luis o Pedro y ante la duda nos ha parecido razonable que lo críe Rubén, que en el peor de los casos lo tratará como a un sobrino” [7].

A modo de ejemplo, al inscribir este fragmento en esta lógica se pueden percibir aspectos como la inclusión de relaciones humanas, como un artilugio plano que se articula como un ajedrez, que excluye cualquier tipo de implicación moral que se pueda inferir del texto. Además de la concepción de la familia como una imagen extraña que no tiene una estructura confiable y que puede ser vulnerable a cualquier vínculo sin importar algún sentir particular. La razón de haber incluido este tópico propiamente de lo humano, y tal vez observable como algo sumamente cotidiano, está relacionado con la idea de que la forma de concebir las relaciones humanas y la conformación familiar hacen parte de un producto de transformaciones aportes de la cultura occidental y, en consecuencia, del pensamiento racional. Se está llegando al punto de reconocer que la literatura se ha convertido en un divertimento, parte de un juego en el cual no se busca ningún fin en particular; este hecho termina por cumplir un papel de distensión en cuanto a la situación de extrañamiento e incomprensión que experimenta el lector. Así, los elementos incluidos, que normalmente han sido excluidos, buscan de alguna forma llegar a encontrar un reconocimiento del propósito de poder eliminar la mayor cantidad de presupuestos en el momento de leer, lo cual pretende que dicha lectura se convierta en un acto realmente creativo, si se puede aceptar esta afirmación.



NOTAS

[1] SANÍN, Carolina. “Todo en otra parte”. Bogotá, Planeta, 2005, p. 53
[2] BARRAGÁN, Hernando. “Software: ¿arte?” En, “Hipercubo /OK/”. Bogotá, Universidad de los Andes, 2002, p. 194
[3] GARAVITO, Edgar. “Escritos escogidos”. Medellín, Universidad Nacional, 1999, p. 134.
[4] “La entrevista de bolsillo”. Jacques Derrida responde a Freddy Téllez y Bruno Mazzoldi. Bogotá, Siglo del hombre, 2005, pp. 65-67.
[5] JODOROWSKY, Alejandro. “La danza de la realidad (psicomagia y psicochamanismo)”. Madrid, Siruela, 2001, (Prólogo).
[6] Ibíd., p. 35.
[7] SANÍN, Carolina. Op. Cit., p. 126.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

“EL HOMBRE QUE ESTABA HACIENDO UN PERRO”


PABLO EMILIO DAZA
UNIVERSIDAD DISTRITAL



“… a lo mejor sucedió realmente, o puede llegar a ocurrir pero nadie parece haber sido testigo directo del suceso”.
Anónimo


El mito urbano sucede en una dimensión paralela, un plano idéntico al nuestro, en el que se hace verosímil lo improbable; es decir, un modelo de mundo de lo ficcional verosímil, que contiene instrucciones que no pertenecen al mundo real efectivo, pero están construidas de acuerdo con éste. Una historia de acontecimientos extraordinarios o f(r)iccionales, pero mediados por el mundo real.

A veces, el mito urbano es un deseo colectivo, una esperanza, en otras, es un tema de premonición; en ocasiones, una explicación improvisada, y con el rumor de “el hombre que estaba haciendo un perro”, que aparece y se repite no sólo en la tradición oral sino también en los medios de comunicación, es posible que alguno de los relatos elabore imaginarios intencionalmente con algún objetivo, como por ejemplo:

“… la idea de hacer un perro le había venido al hombre después de la comida.
- Un día quiso hacer una sopa, y metió en agua caliente una pata de perdiz. Al día siguiente se comió la carne de la pata. Al otro día hizo un caldo con el hueso. Al día siguiente, se dio cuenta que el hueso ya no podía untar el agua. No tenia nada que hacer con él, así que decidió hacer un perro para dárselo” [1].

Lo anterior puede surgir de algún relato que se deforma a partir del original o, simplemente, de una ficción deliberada que, al transmitirse, adquiere el valor de una historia real; tanto en el lector literario como en la tradición oral se ven reflejadas la variedad de perspectivas de la vida, de disposiciones a reflexionar y proyectar otro hombre, otra circunstancia, otra historia.

Es como una “Casa de Ficción”, en suma, no tiene una sino un millón de ventanas…más bien, un número incontable de posibles ventanas, cada una de las cuales ha sido abierta por la exigencia de la visión individual, por presión de la voluntad individual.

“La que parecía no entender era la portera. Había oído el cuento varias veces, y siempre había pensado que la pata que el hombre había metido en agua caliente era una pata de perro. Había imaginado que el perro había empezado a hacerse en el agua” (p. 21).
(...) “Adentro, la peluquera afirmaba que el hombre estaba haciendo un perro para desenterrar un tesoro con su ayuda (p. 22)” [2].

Pero cuantas más son las ventanas, más desconectadas e independientes son, pues tienen una característica propia: detrás de cada una de ellas se eleva una figura provista de un par de ojos, un instrumento único que asegura a quien lo emplea una impresión distinta de todas las demás.

El mito urbano, como el “hombre que estaba haciendo un perro”, que, de por sí, contiene elementos irracionales, claramente deformados por el punto de vista individual, se transforma en un relato creíble; en efecto, si bien son abiertamente fantásticos, son muy sorprendentes por su improbabilidad. Pareciera, entonces, que tras la saturación de tanta información de diferentes fuentes, lograra abrir un espacio informal, en el que el relato de un testigo anónimo, con el que no han tenido otro vínculo que el anonimato, es aceptado a través del “beneficio de la duda”.

Con relación a lo colectivo del relato y pese a lo improbable de la historia, se le ha otorgado el “beneficio de la duda” en un estilo de “suspensión de la incredulidad” por parte del lector.

Muchos nos cuentan la historia de Ulises y las sirenas y nadie puede impedir que el lector-oyente crea como un hecho histórico, de la misma manera en que se cree el descubrimiento de América por Cristóbal Colon, y del como los personajes de la obra “Todo en otra parte” creen y comentan la improbable historia de un hombre que está haciendo un perro.

Por eso, lo que interesa es una credibilidad especial por parte del lector, en el caso del mito urbano y la tradición oral el oyente-parlante de historias. Una actitud para asumir desde Coleridge como Suspensión of disbelief: suspensión de la incredulidad. Esta suspensión de la incredulidad que resulta condicional para el éxito de toda invención literaria, aunque ésta se sitúa claramente en el reino de lo maravilloso e increíble.

Lo extraño, por improbable que parezca, no es necesariamente imposible y así se define la puerta de entrada por la cual ingresa el relato mitológico contemporáneo. De esta manera, un mito urbano cumple la función de darle al sujeto la posibilidad de expresar una opinión personal, un temor o acaso una sospecha; tal vez encuentre un atajo para una explicación demasiado compleja, excesivamente elaborada. El mito es una expresión tan antigua como la cultura y su estructura reside en nuestras mentes, así como nuestros miedos, anhelos y no deja de expresar con formatos nuevos, adaptados al tiempo en que nos tocó vivir.
NOTAS

[1] SANÍN PAZ, Carolina. “Todo en otra parte”. Bogotá, Planeta, 2005. p. 21.
[2] SANÍN PAZ, Carolina. Op. Cit. p. 22.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.

EL ESTADO TRANSITORIO DE UN AMOR EN OTRA PARTE


DANIEL SIERRA MORA
UNIVERSIDAD DISTRITAL


“Amor, ese espontáneo comienzo de la vida…
…Ese precario final de la misma”.


En el ámbito de las relaciones interpersonales, es claro que los seres humanos, siempre, o casi siempre, actuamos de manera impulsiva, dejándonos llevar por las pasiones y por los sentimientos que, en definitiva, han estado y seguirán estando alejados de la razón. ¿Es enamorarse el estado emocional perfecto o un espejismo pasajero que, mientras dura, aliena a la "víctima" hasta el punto de incapacitarle para percibir cualquier cosa distinta de la atracción hacia la persona objeto de sus desvelos? Estas son las dos posturas extremas ante esa coyuntura que constituye el enamorarse de alguien. El romántico la defenderá como la situación ideal, porque entiende que nada en el mundo merece compararse con esa felicidad que genera la pasión amorosa. El escéptico o desengañado, sin embargo, aducirá que el amor es una enfermedad pasajera que deja secuelas, pero que puede superar a nada que se le dé prioridad en la vida: la familia, las aficiones, el trabajo, los amigos... Sin duda, ante el fenómeno del amor, cada uno tiene su propia percepción y sensibilidad. Se puede caracterizar el enamoramiento como una "locura" transitoria que no tiene edad y que repercute en gran medida en la vida cotidiana del afectado. Es, normalmente, una emoción que irrumpe sin avisar, intensa y bruscamente y que normalmente se atenuará con el paso del tiempo. Entonces ¿qué pesa más, la razón o el corazón? Ese ha sido uno de los más grandes debates al interior de la humanidad desde tiempos inmemorables hasta nuestros días.

Con el advenimiento del Romanticismo (s. XVIII), las manifestaciones humanas se caracterizaron básicamente por el interés hacia lo que estaba lejos en el espacio y en el tiempo, lo cual no se traduce en otra cosa más que en una invitación a sentir, a seguir nuestros instintos. Aunque, con toda seguridad, el aspecto que revolucionaría al mundo fue el privilegio que se le dio a la emoción por encima de la razón. Y, es precisamente de esto de donde se parte para hacer una revisión de algunos de los personajes de “Todo en otra parte” y, en particular, del desarrollo de sus relaciones a partir de los elementos que demarcan el vínculo entre los seres humanos. A pesar de que “Todo en otra parte” es una novela en la que los protagonistas no se mueven por motivaciones sentimentales, sino por curiosidad, tal como lo afirma la propia Carolina Sanín Paz [1], tampoco se puede desconocer el hecho que demuestra ese “mundo de emociones”, por decirlo de alguna manera, que se desenvuelven a lo largo de la historia.

Partiendo entonces de lo básico, es menester diferenciar sentimiento de sensación. El primero hace referencia al efecto de sentir la impresión que causan en el alma las cosas espirituales. De igual forma, sentir es el dictamen, la opinión, el parecer o el juicio de uno, es decir, experimentar emociones producidas por causas externas o internas. En cada instante experimentamos algún tipo de emoción o sentimiento. Nuestro estado emocional varía a lo largo del día en función de lo que nos ocurre y de los estímulos que percibimos. Otra cosa es que tengamos siempre conciencia de ello, es decir, que sepamos y podamos expresar con claridad qué emoción experimentamos en un momento dado [2].

Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas utilizamos una gran variedad de términos, además de gestos y actitudes. De hecho, podemos utilizar todas las palabras del diccionario para expresar emociones distintas y, por tanto, es imposible hacer una descripción y clasificación de todas las emociones que podemos experimentar. Sin embargo, el vocabulario usual para describir las emociones es mucho más reducido y ello permite que las personas de un mismo entorno cultural puedan compartirlas. Por su parte, una sensación es la captación por los sentidos externos o también internos (memoria, imaginación, etc.) de ciertas cualidades e impresiones. En ese mismo sentido, entenderíamos que el amor es un sentimiento y la curiosidad sería una sensación, y si retomamos la valoración de Carolina Sanín, mencionada anteriormente, acerca de que los personajes no actúan por incitaciones sentimentales sino por la misma expectación, surge la pregunta de por qué uno de los ejes centrales de la novela es la relación “amorosa” que se desarrolla entre estos.

Al comienzo del capítulo II, dice Carlota a Julio (protagonistas de la historia), “en el bar más próximo voy a hacerte una propuesta […] Dejemos de estar juntos. Julio bajó la cabeza como si una espada acabara de tocarlo”. Al respecto se infieren varias cosas, verbigracia que, en principio, Carlota lo menciona como una propuesta. Pero seamos sinceros, todos aquellos hombres que tengan la oportunidad de leer este texto, que hayan estado inmiscuidos con una mujer, o en su defecto con una “pareja”, y que además hayan escuchado este tipo de “propuestas”, sabrán entonces que esto sencillamente significa que la relación ha llegado a su fin. Y ahora bien, ¿acaso no se experimenta, en ese preciso momento, una sensación tan desagradable, que nos hace sobrecogernos, generando una ligera fluctuación de las bandas vocales y hasta en los peores casos un resonado gimoteo? En el caso de Julio, dicha sensación; se traduce en el simple gesto de inclinar la cabeza. Habrá que fijarse entonces en que lo que representa dicha imagen de la pareja en aquel bar finiquitando su “amorío”, no es más que una sensación, sin embargo ¿no es ésta producida por un sentimiento o por lo efímero que de éste? Volvamos entonces al concepto de amor. Según el DRAE se define al amor como “un sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear, pero que por su intensidad y partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.” Significa entonces que el amor, del que tanto se vanaglorian los románticos y los fanáticos presuntuosos, amantes enamorados posmodernos, no es más que una emoción incompleta, construida ilusoriamente a medias, exigua y definitivamente truncada en algún momento por alguno de los dos bandos. En el caso particular de Julio y Carlota hay que observar ahora los motivos que la impulsaron a ella para “sugerir” esto al que, hasta ese momento, fue su novio. Nótese primero la reacción de Julio, quien responde, al parecer con un tono de frescura, Sí es mejor ponerle fin a nuestra historia; si Carlota responde ¿por qué?, como efectivamente lo hace, lo que evidentemente está demostrando es una sensación de sorpresa, ¿esperaba acaso que Julio le rogara y le pidiera de rodillas que no lo abandonara?

Podría ser esta una bonita lección de dignidad, y cuando ha de esperarse una explicación sensata, afirma ella Propuse que nos separáramos para ver qué nos pasaba en adelante, lo que revela que el motor de los personajes es la constante de la curiosidad, aunque si ha de constatarse la indecisión de la protagonista o quizá su arrepentimiento, algunos momentos más adelante [3], retoma Carlota: “Dejé de esperar que él me abrazara –mejor volvamos a estar juntos –dije- y no hago ningún viaje. –Ya no –dijo Julio y me tocó la nuca”.

Claro está que en palabras de Carolina Sanín, “Todo en otra parte” no es una novela realista, si por ello se entiende la normalidad de una relación amorosa, pero no podría ser del todo descabellado trasladar dichas situaciones al contexto real de la misma cotidianidad de los lectores. Así las cosas, se entiende que si bien es cierto es una historia llena de elementos que la alejan de lo real, también lo es el que dichos elementos sean fácilmente aplicables a nuestra usual presencia en un mundo que no dista mucho del supuesto descrito en la obra. De manera, entonces, que Carlota y Julio podrían llamarse María y Juan o Laura y Pedro, o cualquier pareja, pero no solamente porque sean personajes ficticios fácilmente permutables por un sinnúmero de sustantivos, sino porque seguramente lo que ocurrió con ellos y entre ellos, al menos en cuestiones sentimentales de relaciones interpersonales, habrá ocurrido o podrá ocurrirle a cualquier pareja.

Tal parece que “Todo en otra parte” se revela, entre muchas otras cosas, como un relato de confusiones y decepciones amorosas. Aun así, tales desasosiegos sentimentales no están demarcados exclusivamente por lo que acontece con las relaciones entre un hombre y una mujer, o sus variantes, aunque siga siendo éste el imperante sentimental de la obra. Los sistemas sociales contemporáneos nos han ofrecido una idea del núcleo familiar “ideal”. Este componente y los vínculos que se entablan entre sus miembros podrían también ser considerados como cotidianos, mas no como triviales, ya que directa o indirectamente son singulares y trascendentales en el desarrollo emocional de los seres humanos. Pero como no necesariamente deben existir uniones sanguíneas entre las personas para asignarles la categoría de familia, sí es importante revisar tal aspecto dentro de la novela para intentar corroborar la manera impetuosa que motiva e impulsa a los personajes.

El núcleo familiar de Flora, por ejemplo, y eso si es que se puede hablar de un núcleo, está denotado por una madre (Ana) ciertamente represiva, separada de su esposo amnésico y padre de Flora, y relacionada posteriormente con quien asumiría el rol de padrastro de la niña (Diego). Esto nos hace ver, de cierta forma, tanto las secuelas que puede dejar en la pequeña, como la forma en que se ha dado la unión o el vínculo de las parejas para constituir una familia. La distinción entre estas dos calidades de relación (unión y vínculo) es importante porque, a partir de ella, se puede diferenciar cuándo una familia es simplemente un producto circunstancial y cuándo obedece de antemano a una forma prevista por la sociedad establecida. Mientras que por unión se entiende simplemente la acción sexual que puede ser ocasional (como en el caso del estupro), o circunstancial (como en el caso de la prostitución), el vínculo es una relación que implica permanencia y que, desde luego, lleva dentro de sí el aspecto de la simple unión. Este vínculo exige, por lo tanto, una afinidad ya no sólo de tipo marital y sexual entre quienes lo concertan, sino también un grado afectivo que se traduce en el conocimiento íntimo, factor que conduce naturalmente a la vida en común, sin que importe por el momento la aceptación formal y legal de la sociedad [4]. De ambas posibilidades de relación pueden salir hijos y, por ende, llegarse a conformaciones familiares. De la simple unión con estructuras inconsistentes, y del vínculo, conformaciones que se acercan más al grado óptimo de la estructura familiar plenamente funcional.
Como grupo, la familia llega a ser simplemente un conjunto de personas que comparten valores y creencias, y que desarrollan su comportamiento. Y, para el caso de la novela, podría deducirse entonces que todas las relaciones que se dan entre los personajes son de unión ocasional y/o circunstancial.

El amor, y aunque suene ridículo nombrarlo una y otra vez, debe dejar de verse como una palabra-rosa que enmarca la cursilerías más absurdas del anómalo y bufo estado de enajenación mental en el que se cae en algún momento, como una patología ineludible. Amor, una mentira muy bien contada, tanto, que se ha llevado por delante casi a toda una humanidad nefasta, vulnerable e inconsistente.

Si en “Todo en otra parte” es posible inventarlo todo, desde un viaje por el mundo hasta un hombre que estaba haciendo un perro, entonces el amor, y hablar de éste como tal, es también un ambiguo y equívoco invento que después de usado será obsoleto y seguramente reemplazado por otro tal vez más contundente o más lúgubre y melancólico, cuyo objetivo será nuevamente causar desesperanza y contrariedad, las cuales, al final, no son más que eso, simples sensaciones pasajeras que posiblemente habrán de quedarse en otra parte.

Bienvenidos al mundo real.


NOTAS

[1] SANÍN PAZ, Carolina. “Todo en otra parte”. Bogotá, Planeta, 2005.
[2] WKMIR, Vladimir Jorge. “Emoción y sufrimiento”. Barcelona, Labor, 1987
[3] SANÍN PAZ, Carolina. Op. Cit., p. 36.
[4] UMAÑA, Eduardo. “La universalidad científica en la familia colombiana”. Bogotá, Fondo de Publicaciones de la Universidad Nacional, 2001.
Fotografía: Andrés Torres Guerrero.



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